MI ESPOSA MI MAESTRA

Jamás pensé que mi esposa enfermaría al punto en el que está hoy. Ella sonríe, nunca se queja, siempre responde ‘estoy bien’, a quienes preguntan cómo está. Pero ella y yo sabemos que está enferma, y que su dolencia, en vez de retroceder, avanza. No es cáncer, no es lupus, no es sida, no es una maldición que alguien le echó (tal afirmación ni siquiera debería pronunciarse entre los hijos de Dios)… ‘Es una enfermedad autoinmune’, dijo uno de los doce médicos consultados a lo largo de muchos años, quince para ser precisos. Su cuerpo se ataca a sí mismo, destruyendo las células buenas, haciendo que un torbellino de síntomas la golpeen (ora aquí, ora allá)… pero no todos entienden, algunos y algunas de hecho la juzgan, diciendo que ‘no es para tanto, que han visto mujeres realmente enfermas’. Recuerdo que una de esas personas, que sentenció dicho juicio, ya no está en el mundo de los mortales, se fue antes que mi esposa, pues ella sigue viva.

Esta prueba vino de Dios, pues de él proceden todas las cosas, tanto lo bueno como lo ‘aparentemente malo’. Y esta enfermedad del Señor es, él la permitió y solo él la cancelará; pero hasta que eso ocurra me ha concedido aprender lecciones que, de no haber estado enferma mi esposa, jamás habría aprendido. Fabiola me ha enseñado esto:

1ª LECCIÓN: Sonríe en tu aflicción. Es duro para un esposo ver a su esposa enferma todo el día, todos los días; pero he aprendido a sonreír, como lo hace ella, aun cuando no quiera hacerlo. No se trata de reprimir los sentimientos de tristeza (pues los tengo), pero he aprendido que es mejor alegrarse que lamentarse, la alegría hace bien al espíritu, y mi esposa lo hace siempre… ¡Siempre ríe! A pesar del dolor que lleva dentro. Y eso mismo hago yo, cuando me preguntan cómo estoy, sonrío y digo: ‘Estoy bien’. Pero solo Dios sabe mi verdad, empero yo sonrío, como mi esposa me enseñó a hacerlo.

2ª LECCIÓN: No habrás tu boca a la queja. “Razones tengo para quejarme, a fin de cuentas tengo una esposa enferma hace más de una década”, es el pensamiento que antes me dominaba, pero mi maestra Fabiola me enseñó, con el ejemplo más que con academia, a no abrir mi boca para quejarme. ¿Cómo podría emitir lamentos, gruñidos, protestas, si Dios ha sido tan bueno conmigo? Es cierto que mi esposa está enferma, pero viva. Y además, son muchas las bendiciones que rodean mi vida. He aprendido, pues, a concentrarme en las cosas bellas de la vida, en vez de las carencias.

3ª LECCIÓN: La paciencia se cría en el proceso. Una de las cosas que más ha trabajado Dios conmigo ha sido la paciencia. Yo era de los hombres que no les gustaba esperar, que adelantaba los procesos, que provocaba la bendición, en vez de que ésta viniera de Dios; pero mi esposa, con sus silencios espirituales y sonrisa angelical, me enseñó a esperar, a ser paciente… y eso, mis amigos, es algo que todavía debo masticar. La paciencia es un canal celestial por el que Dios envía muchos tipos de salvaciones a quienes la practican.

4ª LECCIÓN: No le cuentes tus problemas a quienes nada pueden hacer por ti. Fabiola es el tipo de mujer que derrama su alma ante el Único que puede ayudarla, Dios. En todos estos años de enfermedad creo que nunca la he visto sin dejar de orar un día. Siempre la descubro elevando plegarias (la mayoría de veces con lágrimas en sus mejillas) acostada en su cama, cuando no logra levantarse; sentada en el sofá, cuando toma un descanso después de haber barrido la casa (pues es algo que no permite la releven) o antes de dormir, cuando le entrega al Eterno los pesares del día. Fabiola me ha enseñado a contarle mis penas solo al libertador del alma, al Dios que puede liberar a los hombres de sus cargas.

5ª LECCIÓN: Sé más amable con los que sufren, con los que están cansados. Mi esposa me ha enseñado a ser más amable, bondadoso, cariñoso, con ella, y por ende, con todas las personas, sobre todo con quienes padecen aflicciones. El Gabriel de hoy es muy distinto al ‘decano estudiantil’ que otrora azotaba los pasillos del seminario, donde perseguía y acusaba a estudiantes mozos. Hoy soy empático, entiendo la aflicción humana, perdono rápido y me olvido de las ofensas contra mí… El Señor me ha permitido no juzgar al que cae, mucho menos tratar de débil al cansado, como lo hacen todavía algunos de mis pares en el ministerio.

6ª LECCIÓN: Más dadivosidad para quien necesita más. Fabiola siempre ha sido una mujer generosa, pero yo debí aprender a serlo. A pesar de la enfermedad mi esposa siempre aporta para la Obra de Dios, cuidando en especial a las familias pastorales. Yo la miro y la admiro, porque siendo ella pobre (en salud), es rica en dadivosidad. Es eso lo que me motiva a dar a diario a mis mendigos, viudas y pobres, porque veo en esa bella gente la belleza de mi mujer. La generosidad siempre reporta bendición, y yo he venido creciendo en prosperidad poco a poco, según Dios me prospera y mientras yo, siguiendo el ejemplo de ella, doy a cuantos puedo.

7ª LECCIÓN: Persistencia, a pesar del dolor. Cada vez que veo a mi esposa levantarse de la cama, a duras penas, para ‘luchar el día’, entran en mí dos sentimientos. El primero es de pena, porque la veo bregar con el dolor en todo su cuerpo (a veces volteó la mirada, porque verla a sí me entristece), pero el segundo sentimiento es mejor, es ánimo. Mi esposa, cuando se levanta, me dice —pero sin palabras—, si yo puedo, tú también. Y esa arenga silenciosa me motiva a persistir, seguir trabajando para mi Rey, a pesar del dolor diario.

CONCLUSIÓN
No se equivocó Dios al juntarme con mi esposa hace 27 años. Él juntó nuestras almas, nos fusionó para siempre; y tampoco se equivocó al permitir que ella, y no yo, llevara la enfermedad, pues sabía el Eterno que de los dos, ella es la más fuerte, yo habría claudicado al primer año, pero no Fabiola, ella sigue en la lucha, sonriendo, orando, dando, persistiendo. Mi mujer es una guerrera, una dama que no predica en eventos (no la invitan, una lástima, se pierden de una tremenda maestra), no escribe libros, no aparece en los escenarios eclesiásticos, pero que sostiene con sus oraciones —y ejemplo de vida— al jornalero del Rey. Sí, mi esposa es mi ancla en muchos sentidos. Yo soy el visible, el que viaja, el que enseña a cientos, pero soy afortunado de tener a una maestra privada, una mujer de Dios que 24 horas al día me está dando cátedras espirituales.

Gracias, SEÑOR por haberme casado con esta bella mujer y no con otra, pues con otra yo no habría sido lo que hoy soy. Gracias Hashem por permitir esta enfermedad, pues con ella trajiste el crecimiento que tanto necesitaba. Eres bueno Dios, nada malo procede de ti. ¡Te alabo Padre, en el nombre de Jesús!

Con cariño sincero, Gabriel Gil.

BASTA A CADA DIA SU PROPIO AFAN

El Maestro sabía que muchas veces el día se nos hace poco. Las actividades diarias (como estudiar, trabajar, comprar, cocinar, responder correos, enviar mensajes, trámites en la ciudad, viajes cortos, viajes largos, asuntos pendientes, etc.), hacen que la jornada diurna se nos escabulla como agua entre los dedos, teniendo que recurrir a la jornada nocturna para acabar lo que no pudimos en el día. Y así vamos derramando nuestra vida entre ‘correrías’, viviendo cargados de tareas que nos agobian, nos cansan.

Jesús, sabiendo esto, nos da una fórmula simple, pero efectiva, para combatir el estrés, la ansiedad, los dolores de cabeza y la angustia que las muchas cargas nos producen: «Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal» (Mateo 6:34). La versión bíblica TLA traduce este verso así: “Así que no se preocupen por lo que pasará mañana. Ya tendrán tiempo para eso. Recuerden que ya tenemos bastante con los problemas de cada día”. También la traducción bíblica BLP hace su aporte: «No os inquietéis, pues, por el día de mañana, que el día de mañana ya traerá sus inquietudes. ¡Cada día tiene bastante con sus propios problemas!».

¿Qué nos está diciendo el Señor? Permítanme exponerles algunas verdades que mi reducida mente ha logrado descifrar de la Mente Maestra:

1ª VERDAD: Las preocupaciones, afanes, tareas y pendientes, son parte de la vida. Incluso el más ermitaño y solitario de los hombres, tendrá que ocuparse de asuntos diarios que requerirán energía física y mental, cuanto más nosotros, personas citadinas, que nos enfrentamos a vicisitudes muchas veces complejas.

2ª VERDAD: Jesús dice que atendamos nuestros asuntos diarios, que no nos desentendamos de ellos, pero en la justa medida. O sea, sin irnos a los extremos de la holgazanería o la excedencia de trabajo, ambos polos son nocivos para nuestra salud espiritual.

3ª VERDAD: Usar la jornada diurna para hacer todo lo que tengamos que hacer requerirá disciplina, autocontrol, organización y diligencia. A veces el tiempo no nos alcanza porque lo ocupamos —o desperdiciamos— en cosas que no aportan a la productividad del día. Entonces, cuando se nos viene la noche, nos afanamos por cumplir lo que debimos hacer a las horas correspondientes.

4ª VERDAD: Acostarse contentos por lo que hicimos en el día, hará que nuestro descanso nocturno sea reparador. No sucede lo mismo cuando nos vamos a la cama con una sensación de ‘pude hacerlo mejor’, o peor aún, cuando sabemos que no hicimos lo que teníamos que hacer. Entonces el alma humana se inquieta, porque algo en su interior le dice que no aprovechó el tiempo de la manera adecuada que el Padre estableció.

5ª VERDAD: Es una necedad del tamaño de un buque irse a la cama llenos de preocupaciones por lo que pasará el día siguiente (si acaso ocurrirá). ¿Acaso no hemos tenido suficiente con el hoy? ¿Por qué preocuparnos por adelantado? Esto produce ansiedad, depresión, miedo, enojo, frustración. Aprendamos a soltar lo que no podemos controlar, y sigamos el proverbio que dice: “Si no está en tus manos, que tampoco esté en tu cabeza”.

6ª VERDAD: Soltar las preocupaciones no se consigue de un día para otro, requiere trabajo espiritual, donde el penitente aprenda a entregarle a Dios de verdad sus cargas. A veces oramos entregándole al Señor nuestras preocupaciones, pero enseguida volvemos a pensar en ellas… esa oración fue solo de dientes para afuera, todavía necesitamos amansar la mente, para que se fortalezca el espíritu.

7ª VERDAD: Por último, tengamos la sensatez de ‘cerrar el día’ a una hora prudente. A veces terminamos nuestro horario laboral o de estudios a las 5 pm, pero seguimos trabajando en casa —y en nuestra mente— hasta altas horas de la noche. Seguimos pegados al celular, la tele, la tableta, la radio, privando a nuestro cerebro y cuerpo del descanso merecido. Somos nosotros mismos quienes acortamos el tiempo de descanso requerido, y así al día siguiente nos levantamos cansados, mal humorados, enfermos, porque debimos, el día anterior, ‘cerrar el kiosco temprano’, para cultivar nuestro espíritu en la Palabra, Oración, Meditación, Silencio espiritual, Agradecimiento, pues estas disciplinas contribuyen a que los afanes del día mermen, haciendo que nuestra alma se tranquilice.

Apreciados lectores, gracias por leer este post completo, sé que Facebook e Instagram no es un lugar donde la gente lea mucho; pero si usted lo hizo es porque necesitaba algo así. Es mi deseo que este escrito haya contribuido a su vida. Por cierto, mientras usted estaba leyendo esto, yo ya había terminado mi día con una oración, pero antes dejé programada esta publicación para que se subiera de manera automática.

¡Los quiero mucho!

Con Cariño, Gabriel Gil

GRIETAS EN MI MURO

Determinar el origen etimológico del término muro nos lleva hasta el latín. Y es que deriva de la palabra “murus”, que puede traducirse como “pared exterior”. Un muro es una construcción que permite dividir o delimitar un espacio. El término suele utilizarse como sinónimo de pared, muralla o tapia, según el contexto. Muchas construcciones, como los edificios o las casas, apelan a muros para sostener su estructura. Los muros también permiten crear zonas privadas o separadas dentro de una construcción: con muros pueden desarrollarse habitaciones dentro de un departamento, o departamentos dentro de un piso o planta. Los muros, por otra parte, pueden levantarse por motivos de seguridad. Hay países que construyen muros en sus fronteras para evitar el ingreso ilegal de extranjeros. Tiempo atrás, los muros o murallas servían para proteger un territorio de una invasión enemiga (Fuente: https://definicion.de/muro/)

LA CONFIANZA EN DIOS, EL MURO PROTECTOR

La Biblia nos enseña que Dios es como un muro protector contra los enemigos de su pueblo: «Entonces yo mismo seré un muro de fuego protector alrededor de Jerusalén, dice el Señor. ¡Y seré la gloria dentro de la ciudad!» (Zacarías 2:5 NTV). Esa gloria, a la que hace mención el profeta, es la Shekiná de Dios, o sea, su presencia. El Señor dice que el hombre, la mujer, que está blindado bajo su protección, gozará también de su comunión. Sin embargo, para que este muro funcione, hay una condición esencial, CONFIAR EN EL ETERNO, depositar en él todas nuestras esperanzas… «Los que confían en el Señor están seguros como el monte Sión; no serán vencidos, sino que permanecerán para siempre. Así como las montañas rodean a Jerusalén, así rodea el Señor a su pueblo, ahora y siempre» (Salmos 125:1 NTV).

Este magnífico salmo describe a la perfección cómo es estar al amparo de Dios. La persona que confía en el Adonai es como una montaña, inamovible. Podrán venir terremotos, incendios, inundaciones (es decir, todo tipo de adversidades), pero los que confían en el Rey ‘están seguros como el monte Sión’. Esta seguridad procede de la confianza, la cual se construye en el día a día, mes a mes, año a año. Esa confianza de la que habla el salmista es el resultado de un proceso largo, donde el mortal aprende a depositarse en las manos del Único que puede ayudarle, es en ese peregrinaje espiritual donde aprendemos que, “el que le teme a Uno, no le tiene miedo a ninguno”. Y esto es así porque Jehová es un muro de contención que protege a los suyos.

Ahora bien, cuando nuestra confianza en Dios baja, el muro protector también baja. O sea, entre más aprendemos a confiar en el Eterno, a vivir según su voluntad, obedeciéndole, sirviéndole, amándole, temiéndole, más alto y grueso se hará el muro espiritual en torno nuestro. Esto no significa que nosotros podamos hacer más grande a Dios, eso es imposible, pero sí tenemos el poder —dado por el Señor mismo— para agrandar la muralla protectora. A mayor confianza, mayor fianza. Pero, cuando comenzamos a deslizarnos fuera de la confianza en Dios y empezamos a vivir a nuestra manera, dejando que nuestras necedades, malos hábitos, pensamientos torcidos, preocupaciones, sombras siniestras y orgullo nos dirijan, entonces, y de manera automática, el muro protector comienza a agrietarse. Y cuando las grietas aparecen, comienzan a aparecer más y más hasta que el muro se viene abajo: «Por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente» (Isaías 30:13 RV 1977).

LAS GRIETAS

Pero, ¿cómo, cuándo y por qué aparecieron las grietas? Salomón, cuyo muro espiritual llegó a ser muy grande y grueso, y luego se debilitó al punto de casi perderlo todo, sabía muy bien de que hablaba cuando dijo: «Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda» (Proverbios 25:28 RV 1960). El inicio de las grietas en nuestros muros es… ‘No tener rienda’.

El hombre (y también la mujer), es como un caballo salvaje, que quiere mandarse solo, correr por los llanos sin darle cuentas a nadie. El hombre es, una bestia salvaje. Pero no siempre fue así, pues en el principio de la Creación era un ser espiritual muy sagrado, tanto como los ángeles, pero que sucumbió al pecado cuando la serpiente antigua le dijo: ’Serás como los dioses’ (Génesis 3:5 DHH). Y esta tentación despertó en nuestros primeros padres el deseo de independencia, autosuficiencia, acciones contrarias a la confianza que Dios demanda de aquellos que deseen su protección. Pero el hombre quiso correr solo, sin tener que someterse a nadie, porque la confianza era para él una rienda muy pesada que lo restringía de hacer lo que quisiese. Por eso, hasta el día de hoy, la sociedad vive en un torbellino de violencias, miedos, decepciones, mentiras, enajenaciones mentales, enfermedades físicas y adicciones del alma; porque el hombre bestia ha preferido cabalgar a tontas y locas, creyendo así que tiene libertad, en vez de preferir las riendas de Dios, las cuales son, ya dijimos, la confianza en él.

Estas riendas, si están bien puestas en el hombre, le permitirán conducirse por la vida de manera feliz, sana, productiva y en paz. La confianza en el Eterno se nutre de dos grandes fuentes espirituales, la Palabra y la Plegaria. Biblia y oración ayudarán de manera eficiente a que el humano fortalezca su confianza en Dios. Entre más ore y lea, el mortal más comenzará a confiar a Dios, porque una alma que comienza a comer y respirar alimento espiritual sano (Escrituras y rezos), comienza, inevitablemente, a confiar en Dios, a serle fiel, a dejarse domar, montar y guiar por él.

CABALLO INDÓMITO

Las grietas en nuestros muros comienzan cuando nos ponemos ‘chúcaros’, cuando queremos desbordarnos cuál mustang salvaje, olvidando que solo existen dos jinetes, el diablo o Cristo. Cuando permitimos que el primero nos monte, se desata el caos y nuestro muro protector cae (trayendo con ello una vida amarga, llena de miedos y enfermedades espirituales). Pero cuando Cristo nos monta (nos gobierna, nos dirige), una vida llena de seguridad, paz, felicidad y abundancia se abre para nosotros.

«5 Los que viven conforme a la carne fijan la mente en los deseos de la carne; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. 6 La mente gobernada por la carne es muerte, mientras que la mente que proviene del Espíritu es vida y paz. 7 La mente gobernada por la carne es enemiga de Dios, pues no se somete a la Ley de Dios ni es capaz de hacerlo. 8 Los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. 9 Sin embargo, ustedes no viven según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. 10 Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. 11 Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. 12 Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la carne. 13 Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán» (Romanos 8:5-13 NVI).

CONCLUSIÓN

Les recomiendo, queridos lectores, que a la primera grieta detectada en vuestro muro, vuelvan a Dios de inmediato, pidiéndole ayuda, para que esa fisura no crezca, en cambio, que pueda ser reparada por el Constructor divino, el Creador del Universo y de todo muro espiritual.

by Gabriel Gil

EL DAVID QUE ME GUSTARÍA SER

David nació en Belén, actual Israel, h. 1040 a.C. y murió en Jerusalén, h. 970 a.C. Fue el segundo rey de Israel (h. 1002 a.C. – h. 970 a.C.) y figura central del Antiguo Testamento. Octavo y último hijo de Jesé o Isaí, miembro de una de las principales familias de la tribu de Judá, el profeta Samuel lo ungió en secreto soberano de los hebreos cuando no era más que un muchacho que cuidaba los rebaños paternos de su padre.

«Entonces David salió de Gat y escapó a la cueva de Adulam. Al poco tiempo sus hermanos y demás parientes se unieron a él allí. Luego, comenzaron a llegar otros —hombres que tenían problemas o que estaban endeudados o que simplemente estaban descontentos—, y David llegó a ser capitán de unos cuatrocientos hombres» (1ª Samuel 22:1-2).

Veamos el caso de David. Su vida sufrió repentinos cambios en muy poco tiempo: Fue ungido como futuro rey de Israel por sobre sus hermanos, enfrentó a Goliat y lo mató de manera sorprendente, fue ascendido a héroe nacional, se casó con la hija del actual rey (Saúl), los impuestos de su familia le fueron perdonados, se hizo amigo del heredero al trono, Jonatán. Hasta aquí todo bien… y de repente ¡zas! Saúl tiene envidia y decide matarlo: dos veces quiso enclavarlo en una pared, lo mandó asesinar a su propio cuarto mientras dormía, tuvo que huir de noche dejando el palacio, su esposa y todo lo que hasta ese entonces había conseguido lo perdió, se fue a vivir donde los filisteos, pero no fue bien recibido y de pronto se encuentra aquí, en una cueva húmeda y oscura llamada Adulam… ¡De príncipe a mendigo en cuestión de meses! (la cueva se llama ‘Refugio’ o Adulam, pero eso es material para otra exposición).

Hasta esa cueva llegaron sus hermanos y parientes para consolarlo, pero también llegaron otros personajes: Hombres con problemas, con deudas y descontentos (inconformes con el rey Saúl, hastiados del sistema y amargados de sus propias vidas por no lograr prosperar). Unos 400 en total eran ahora el pequeño ejército de David.

David los lideró (lo hicieron jefe de ellos), y perfectamente pudo convertir a esta gente en un ejército de guerrilleros, vándalos o lumpen que se rebelara contra todo; a fin de cuentas, ni a David ni a sus 400 les faltaban razones para ello. Todos habían sido marginados de la sociedad injustamente, ¡tenían derecho a desquitarse contra Israel y el sistema opresor! Pero estos cuatrocientos no contaban con que David fuese un líder diferente, uno que no se atrevió a matar a su persecutor cuando fue a la cueva a “reposar”. ¿Cómo podría extender mi mano contra el ungido de Jehová? —dijo el rey-mendigo, refiriéndose a Saúl, dando con ello una cachetada espiritual a sus hombres que con la boca abierta no podían creer lo que escuchaban.

Ese era David, un líder supremo aunque sin posición, uno que en vez de aleonar a sus cuatrocientos para convertirlos en seres despreciables para la nación, los entrenó para servir a la patria, protectores de los débiles, respetuosos de los estamentos gubernamentales, hombres y mujeres que se hicieron leyenda, no por sus actos de terrorismo, sino por luchar contra la injusticia de una manera distinta… a la manera de Dios.

Varios de estos 400 llegaron a ocupar cargos importantes en el ejército y el reino cuando David fue subido al trono.

LECCIONES

  1. “Lo único predecible de la vida es que esta es impredecible”. Si no lo crees, pregúntale a David.
  2. A veces es imposible controlar el daño que otros te harán, pero puedes decidir qué harás con el dolor que te causaron. Puedes convertirlo en un maestro fiel o un justiciero cruel.
  3. Sé un líder formador, un coach de tus dirigidos, no un déspota conspirador. David pudo elegir despotricar su rabia a través de los 400, sembrando el terror en el pueblo, en cambio, eligió convertirlos en “seres superiores”.
  4. Sé fiel, incluso con los que hablan mal de ti o actúan perversamente contra ti; al final estarás sembrando para tu bien y ellos para su mal.
  5. Tarde o temprano llegarás al trono, pero no sin antes pasar por el desierto de la incomprensión, soledad, carencia, injusticia, enfermedad y adversidad; lastimosamente solo algunos logran vencer ese desierto y quienes lo hacen, créeme, están hoy disfrutando los manjares del palacio.

by Gabriel Gil
Aprendiendo de la Biblia cada día más

COMPORTATE CON LOS POBRES DE MANERA JUSTA

Proverbios 22:22-23, «No robes al pobre, porque es pobre, Ni quebrantes en la puerta al afligido; Porque Jehová juzgará la causa de ellos, Y despojará el alma de aquellos que los despojaren».

“Después del solemne prefacio ubicado en 22:17-21, esperaríamos hallar algo nuevo y sorprendente, pero no es así; vemos aquí una admonición lisa y llana contra la práctica inhumana de oprimir a los débiles. Gran pecado es robar a cualquier persona, pero mucho peor es robar al pobre, a quien deberíamos aliviar. Quebrantar al afligido, añadiéndole nueva aflicción, y eso en la puerta, es decir, ante el tribunal de justicia, es cosa malvada, vil y cobarde, aprovechándose de alguien que no puede ayudarse a sí mismo; es ser peor que las bestias, puesto que es antinatural. Pero el que de tal manera se comporta, lo hace para su propio mal, pues el oprimido encontrará en Dios su poderoso patrón” (Comentario Exegético-devocional a toda la Biblia. Libros Poéticos – Proverbios, Tomo 2. Editorial Clie).

Los pobres siempre estarán entre nosotros, sentenció Jesús, recordándonos una verdad poco agradable pero certera. Por tanto, es deber de los más afortunados tratar de buena manera a los menos afortunados, los pobres. No hacerlo es, como indicaría Trapp, condenarnos a nosotros mismos: “Si los que no alivian al pobre serán condenados, los que los roban serán doblemente condenados” (John Trapp, vicario de la Iglesia Anglicana, nacido en 1601 y fallecido en 1669. Fue un prolífico escritor, aunque se destacó más por su Comentario Bíblico del Antiguo y Nuevo Testamento, cinco volúmenes completos).

Y este buen trato hacia los pobres debe hacérselo incluso de manera visible: “Ni quebrantes en la puerta al afligido”. La puerta representa para los pobres el único medio de protección contra enemigos externos, por eso los afortunados debían procurar cuidar a los desvalidos, significando incluso llegar hasta la entrada de su casa para bendecirlos, y no entrar a ella sin el permiso del pobre quien aún en su precaria situación es dueño de su vivienda. Respetar al pobre es un valor supremo.

“Incluso si los ricos roban a los pobres, todavía tienen un defensor. Dios mismo juzgará la causa de ellos, y saqueará el alma de aquellos que saquean a los pobres. Al comprender la preocupación de Dios y la protección de los pobres, la sabiduría —bien aplicada— nos lleva a tratarlos honorablemente” (Enduring Word, Proverbios 22, Ricos y Pobres, Criando hijos). Una versión más moderna de este pasaje de Proverbios parece aclararnos de mejor forma el ‘Primer dicho de los Sabios’ (versión TLA – Traducción en Lenguaje Actual):

No abuses del pobre
solo porque es pobre,
ni seas injusto con él
en los tribunales.
Dios es abogado de los pobres,
y dejará sin nada
a quienes les quiten todo.

LECCIÓN:
Compórtate con los pobres de la misma manera (amable y educada) que te comportarías con un rico. Respétalos, hónralos, dignifícalos, trátalos bien; entonces te ganarás su aprecio y el favor del Todopoderoso; recordando además que también nosotros —los más afortunados— debemos tener la actitud de un pobre si queremos entrar al reino de Dios (Mateo 5:3).

Gabriel Gil, Autor
Los 30 Dichos de los Sabios (páginas 32-33)

La regla espiritual de medida por medida

Siempre pagamos con sufrimiento los sufrimientos que les causamos a los demás (medida por medida). Pero no todos se dan cuenta de esta regla espiritual, algunos la encuentran absurda, hay quienes sostienen que es pura coincidencia, otros, los más acertados (pero no del todo), la llaman ‘karma’, que es una creencia popular parecida a ‘medida por medida’, pero no tiene la profundidad espiritual y asidero bíblico de esta última.

Ejemplos de MEDIDA POR MEDIDA: Si haces llorar a otros, desde el Cielo te harán llorar a ti (te llegan decepciones, traiciones, malas noticias); si golpeas a tu prójimo, te golpearán a ti (sufrirás accidentes, golpes en tu cuerpo, tropiezos mientras caminas); si produces alguna pérdida financiera a alguien, te harán pagar de tu propio dinero (recibirás estafas, multas, cobros inesperados, pierdes plata del bolsillo).

Esta regla —medida por medida— es madre de otra regla espiritual, ‘la siembra y la cosecha’ (ambas se complementan). Sin embargo, también funciona al revés. Ejemplos: Si provocas alegría a alguien, desde el Cielo te alegrarán (recibirás buenas noticias, se te resolverán problemas, alguien te subirá el ánimo); si das tu dinero en limosnas, Dios te lo devolverá con intereses (recibirás un aumento, alguien te pagará una deuda que creías perdida, encontrarás dinero en la calle); si haces el bien a los demás, te llegarán cosas buenas desde Arriba (encontrarás estacionamiento fácil, te librarás de un accidente, recibirás una invitación especial, serán amables contigo, tus mascotas estarán sanas).

La regla ‘medida por medida’ es un recurso espiritual que el Creador usa para «pagar nuestras acciones según hayan sido». Si éstas son buenas, nos vienen recompensas de todo tipo y según la naturaleza de la acción realizada; si son malas, nos llegan sentencias, también según el nivel de la mala acción. Sé que para algunos esto es difícil de digerir, lo cierto es que esta regla funciona… la sepan discernir o no.

Un viejo maestro enseñó:

«El Creador con frecuencia emplea el método de ‘medida por medida’ para enseñarle a una persona la causa por la que sufre, o por la que le llegó bendición. Por ejemplo, un conductor de taxi que ocultó las ganancias a sus supervisores, se encuentra de pronto con dos llantas desinfladas y una multa que se apresura el día siguiente por la mañana a arreglar y pagar, haciéndole perder la suma exacta que había ganado trabajando ilegalmente. Otro ejemplo: un empleado que fue acusado injustamente de robo por su empleador y despedido, pero no abrió su boca para quejarse, en cambio mantuvo su fe en Creador, al poco tiempo encuentra un mejor trabajo con doble de sueldo que el que recibía antes. El modo de obrar del Todopoderoso de “medida por medida” no es un castigo; es un método Divino de educación, es la forma perfecta y equilibrada de enviar juicio o salvación a los mortales. En la medida que el hombre se conduce, con esa misma medida el Creador se conduce con él» (Rab Shalom Arush).

Los dejo con algunos pasaje escriturales que los ayudarán a entender mejor esta verdad:

➡️ «Él paga a cada uno según sus obras; hace que cada cual reciba lo que merece» (Job 34:11 DHH).

➡️ «Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados; y con la medida con que medís, os volverán a medir» (Mateo 7:2 JBLS).

➡️ «El alma generosa será prosperada, y el que riega será también regado» (Proverbios 11:25).

➡️ «Y no nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos» (Gálatas 6:9).

➡️ «Dales conforme a su obra, y conforme a la perversidad de sus hechos; Dales su merecido conforme a la obra de sus manos» (Salmos 28:4).

by Gabriel Gil

EL DESIERTO NO PODRA CONMIGO

El sol quemaba la piel de cualquiera que osara desafiarlo, el polvo de la tierra estaba tan caliente, cuál olla hirviendo en una fogata, si hasta los pocos animales escapaban buscando refugio de los letales rayos…, era el desierto de Beerseba que recibía con sus brazos cadavéricos a Agar, la pobre mujer cuyo único pecado fue entregarse al Patriarca y parir un hijo para él. Mientras erraba por el desierto de un lugar a otro, se preguntaba: ¿Dónde estás, oh Dios? Y seguía caminando con sus pies hinchados y mirando a su hijo para ver si seguía con vida mientras se decía… “El desierto no podrá conmigo”.

Sara fue astuta, claro que sí. Sabía muy bien que no podía expulsar al hijo primogénito de su esposo, las leyes de Nuzi lo impedían y Abraham las obedecía. “¿Qué hacer?” —se dijo ella—, “¿cómo hago para que esa esclava desaparezca de mi vista?”. Un día Ismael se burló de su hijo y Agar la miraba con desprecio —o al menos eso percibía ella—, y en cuestión de percepciones todo puede suceder. “Esta es la razón que necesito”, dijo para sí.

Sin embargo, su motivación primera no era proteger al niño Isaac de las burlas del adolescente Ismael, sino asegurar la herencia completa a su hijo, pues según un código legal antiguo, el mayor de los hijos se llevaba casi todo e Ismael era primogénito por nacimiento… ¡Y ella no permitiría tal cosa! “¿En qué estaba pensando cuando entregué a esa cualquiera en los brazos de mi esposo?”, se reprochaba constantemente cuando la veía joven y atractiva, al menos muchos años menos que ella.

Y como si de un arquitecto dibujando los planos para una construcción, la tal Sara ideó un plan maquiavélico para deshacerse de la amenaza. Tenía que buscar el momento preciso para hacerle ver a su marido la peligrosa situación que corría Isaac —¿o quizá ella?—. Así que sin tapujos ni remordimientos le dijo: “¡Echa de aquí a esa esclava y su hijo! El hijo de esa jamás tendrá parte con la herencia de mi hijo”; y el muy sometido así lo hizo… expulsó del campamento a Agar y al joven de 14 años, Ismael, su hijo… ¡Su propio hijo! Las leyes de Nuzi decían que únicamente el esposo podía dar carta de divorcio a la primera o segunda esposa, y al expulsarla del hogar, los hijos de la expulsada quedaban sin herencia, “sin pan ni pedazo”. De nada le sirvió al anciano patriarca angustiarse por su hijo, a fin de cuentas igual los expulsó sin miramientos; seguramente lloró cuando les comunicó la noticia, pero fueron “lágrimas de cocodrilo”. Me pregunto entonces, ¿qué sentimientos y resentimientos se produjeron en la vida de Ismael al ver a su padre actuar así? Pero Dios tenía un plan oculto, mejor que el de Sara, por cierto: se haría cargo de la tamaña irresponsabilidad de Abraham, como suele hacerlo con las estupideces de los humanos… “Oh, Dios, perdóname por las tonteras que a veces cometo y ayúdame a asumir la responsabilidad de mis actos”.

Partió, pues, Agar y su hijo, expulsada como una maldita al destierro, condenada a muerte, pues el desierto no perdona, y a muerte digo por el inclemente clima que le aguardaba, como por la raquítica provisión que Abraham le había preparado, apenas un pan y un poco de agua puso en su hombro…, ¡¿en qué rayos pensabas anciano senil?! ¿¡crees que con esa mísera porción sobrevivirían madre e hijo?! Los entregaste a los chacales y tú bien lo sabes. Y con eso en mano, inició la caminata del suicidio, arrastrando emociones, sensaciones y desilusiones… su marido la había desechado como si de un objeto cualquiera se tratara, pero ella se decía, “el desierto no podrá conmigo”, mientras una lágrima rodaba por su mejilla.

¿Cuántos días vagaron por los valles de Beerseba? No lo sé con exactitud, pero lo suficiente como para acabar la provisión que llevaban y luego dejarse morir. ¿Días o semanas? Da lo mismo, las jornadas en el desierto son todas iguales…, ¡terriblemente espantosas!, y ella vagó con su hijo como fantasmas en busca de consuelo.

Agar, espantada con la sola idea de ver a su hijo sufrir las secuelas de la inanición y el calor sofocante del desierto —ingredientes para un deceso seguro—, lo dejó debajo de un arbusto para luego retirarse a una distancia prudente y verlo morir. Y es que, ¿qué madre tiene la fortaleza suficiente para ver a su hijo partir del mundo de los vivos sin poder hacer nada para impedirlo?

Entonces Ismael comenzó a llorar, apenas derramaba lágrimas porque estaba deshidratado, pero él gemía. El adolescente lloraba y parecía un animalito herido, y su madre lo oía desde lejos, se tapaba los oídos para superar el tormento y se daba de cabezazos contra el suelo como intentando perder la razón, porque la angustia era mucha, pero los alaridos del niño llegaban hasta su corazón y nada podía hacer para ayudarlo. Y el niño-adolescente seguía llorando, gimiendo, gritando de dolor…, la muerte venía por él y lo estaba atormentando. Y mientras descendía al Seol el muchacho se preguntaba, “¿dónde estás papá? ¿Qué hice mal para que te enojaras conmigo? ¿Tan malo soy que no me quieres”? Y su mente saltaba de escena en escena, su vida pasaba frente a sus ojos en fracción de minutos. De ser príncipe ahora era un mendigo moribundo.

De pronto, y de la nada misma, un ángel de Dios le dijo a la mujer…, “¿qué te pasa Agar?”. Ella pensó que se estaba volviendo loca, que estaba delirando producto del hambre, la sed y el calor, y antes de responder el ángel le dijo: “No temas, Dios ha escuchado los sollozos del niño…”. Y como si fuese algo mágico, Agar pudo ver a la distancia algo parecido a un pozo de agua. ¿Estaré soñando? —se dijo restregándose los ojos para ver mejor—. Es que había pasado por ese lugar ya tres veces, pero recién ahora veía su salvación, ¡era agua en un pozo de nómadas! (las leyendas judías decían que Jehová lo había creado el viernes de la Creación Cósmica para este preciso momento, anda a saber si es verdad, es lo que investigué para hacer esta narración).

Madre e hijo, sedientos como nunca antes en su vida, se abalanzaron al pozo, temblando de piernas y brazos, apenas pudieron sacar el líquido vital que entró por sus gargantas apagando el fuego que allí estaba.

Una vez aplacaron su sed, la madre exclamó: “hoy he comprobado las misericordias de Dios para mi vida y la de mi hijo”, y lo acarició con sus quemadas manos mientras Ismael se recostaba en su pecho, encontrando el alivio que tanto necesitaba, las penas del alma y el cuerpo parecían desaparecer con lentitud allí en el desierto de Beerseba. Su padre lo había rechazado, pero el Padre Celestial cuidaba de él y haría del muchacho una nación tan grande como la de su hermano menor. Su madrastra había urgido un plan diabólico, pero Dios utilizaría ese plan en su favor; y su querida madre había sido humillada, no obstante que Dios es padre de huérfanos y esposo de viudas.

ORACIÓN: Señor, en tus manos, encomiendo mi vida y la de mi familia. Ayúdame cuando camine por el desierto, no me dejes en el día de mi angustia. Escucha mi gemir, mi llanto, mi pena. Cuando me sienta abandonado por mis seres queridos y traicionado por mis amigos, ayúdame a encontrar el agua de tu Espíritu, esa agua bendita que refresca el alma, compone los pensamientos y da fuerzas al cuerpo. Sí, Señor, abre mis ojos para ver —esa oportunidad, posibilidad, idea, recurso, ayuda, conexión, asociación—, ese pozo que la angustia no me deja ver. Aplaca los sentimientos encontrados porque el desierto ha sido duro, la vida implacable, el destino déspota, pero en ti me siento seguro cuál niño en el seno de su madre; contigo acompañándome en mi peregrinar, puedo decir, “EL DESIERTO NO PODRÁ CONMIGO”. Amén.

by Gabriel Gil (Génesis 21:8-21).

  • Tomado de mi libro, “Reflexiones de un Peregrinaje”, página 115, publicado en el 2015.

TU IMPERFECCION ES TU PERFECCION

Se cuenta una vieja historia, la cual no sabemos si en verdad ocurrió, de un viejo sabio famoso por su profunda sapiencia, pero también por su fealdad física. Se dice que iba caminando por su pueblo, cuando de pronto se topó con una caravana real. Era la hija del César que paseaba por allí. La muchacha, de unos 17 años de edad y conocida por su belleza física, hizo que el viejo sabio se acercara a ella, pues quería conocer en persona a aquel del que se contaban fantásticas leyendas. Cuando la doncella lo vio no pudo ocultar su desprecio, pues con un gesto mal encarado le dijo: “Nunca pensé que una sabiduría tan bella con la que fuiste bendecido por los dioses pudiera residir en un envase tan feo”. Ante lo cual el erudito se inclinó en señal de reverencia, para luego decirle: Princesa, decidme, “¿Los mejores vino de su padre, el César, donde los almacena?” La joven, confundida por la pregunta, respondió: “En vasijas de barro, por supuesto”. Y dígame, niña, dijo el anciano, “¿Por qué un gran emperador como el César tiene sus finos vinos en envases tan feos y simples? No es honroso que así sea, en cambio, por su condición de rey, debería tenerlos en envases de oro puro, de la mejor calidad”. La boba caprichosa se sintió desafiada, y sin decirle nada prosiguió su paseo. Al llegar a palacio mandó decirle al Jefe de las bodegas reales que traspasara los vinos de su padre a vasijas de oro, las mejores del imperio… y así lo hizo el bodeguero, sin entender el porqué de la orden. Semanas más tarde, cuando el César pidió una botella de su mejor vino, el copero real se lo sirvió, pero cuando César lo bebió, notó que estaba agrio… ¡Y toda su reserva también! Al enterarse de que su hija había dado la orden de poner su cosecha en recipientes de oro, le dijo, “¿por qué hiciste tal necedad?”. La bella le contó acerca de su encuentro con el sabio (no reservó detalles) y lo que el sabio le había dicho en respuesta a su ‘desatinada observación’ respecto a su fealdad. El emperador la miró con ternura y entendió todo. Mandó luego llamar al sabio, para premiarlo, porque había dado una lección de vida a su malcriada hija, haciendo que él, su padre, pagara por ello.

LECCIONES

  1. Nunca juzgues un libro por sus tapas. Las apariencias engañan.
  2. No te dejes llevar por la belleza física de alguien, su alma puede ser lo opuesto a lo que ves.
  3. Dios, en su ingenio divino, ha decidido dar sus mejores dones a personas que ‘en lo natural’ no califican.
  4. Lo que para ti es un defecto, una debilidad, una carencia, un motivo de vergüenza; en realidad es una fortaleza que el Eterno te ha concedido en un envase raro.
  5. Ese don nunca se podría manifestar en ti sin la carencia que padeces, por eso es de sabios afirmar que ‘tu debilidad es tu fortaleza’.
  6. La lucha que libras a diario con tu mala inclinación, pecado oculto, transgresión espiritual, carnalidad, es la que hace posible que te acerques a Él. Sin esa fealdad, no vendría la sabiduría. Sin el aguijón de la carne no habría Pablo. Sin tu oscuridad, no brillarías.
  7. No desees ser vasija de oro, cuando Dios te ha hecho tonel de barro… el mejor vino se deposita en cántaros simples, para que así, después de un tiempo, den un resultado maravilloso.

by Gabriel Gil

EL ESCRIBANO MONTESINO

Érase una vez en la montaña donde vivía un escribano montesino. Su tarea en la comarca era marcar los dos acontecimientos más importantes del día de las aves: El amanecer y el atardecer. El canto dulce del escribano daba a la jornada un toque especial, pues su vocecita inundaba las vidas de los demás cada vez que abría el pico para cantar.

Pero el escribano no era feliz, se consideraba a sí mismo un ave simplona, común y sin ningún valor. Admiraba profundamente a las águilas por su capacidad de volar hasta las nubes, aplaudía la rapidez de los halcones que por allí volaban, se sorprendía por la sabiduría del búho a quien escuchaba con gusto, y se dejaba deslumbrar por la belleza del pavo real que de vez en cuando se dejaba aparecer. Esta avecilla, pues, se veía a sí misma como un ser insignificante.

Miserable escribano, vivió triste sus ocho años de vida deseando ser alguien más, olvidando que fue dotado con un talento único, uno que ni las águilas, halcones, búhos y pavos podrían tener jamás: «Despertar al día con su dulce trinar y arrullarlo cuando fuese la hora de dormir». Su canto se apagó sin nunca haber llegado a las notas para las que fue diseñado, todo porque nunca fue feliz con su propósito en la vida. De hecho, jamás descubrió el para qué de su existencia.

MORALEJA: Así mismo hay algunos humanos, se la pasan la vida entera deseando lo de los demás (sus riquezas, talentos, títulos, familias, casas, atributos, dones), despreciando el propósito para el que fueron creados. Son personas incapaces de disfrutar lo que desde el Cielo le concedieron, porque miran lo que no tienen, sintiéndose poca cosa, cuando en realidad son gran cosa.

No dejes que tu cantar se extinga por perseguir el destino de otro. ¡Canta tu propia melodía! Pídele al Padre que revele tu propósito, el cual puede ser más grande de lo que imaginas.

by Gabriel Gil, un cantor de la vida

  • El escribano montesino es un ave de pequeño tamaño, parecido al gorrión común, pero con la cola más larga. El color de su plumaje es pardo con franjas de color oscuro, lo que dificulta su observación debido al efecto de camuflaje que resulta de esta combinación de colores. Destacan en su cabeza gris tres bandas de color negro, una en la coronilla, otra en el píleo y otra en las bigoteras. Su pico es pequeño y de color negro en su parte superior y gris la inferior. Sus ojos son oscuros, de forma que casi no se aprecian en la sombra, salvo que un rayo de sol los haga brillar. El plumaje dorsal es de color pardo con bandas de color negro. En el pecho se diferencian mejor ambos sexos, ya que el macho es de color gris y en la hembra es más claro. De todos modos, no resulta fácil diferenciarlos a simple vista. Su cola es larga en comparación con su cuerpo, aunque no tanto como el del mito. El hábitat característico de esta pequeña ave son las laderas pedregosas y espacios montañosos donde hay zonas de vegetación con grupos de piedras sobresalientes. Su nombre indica su preferencia sobre los demás escribanos hacia los terrenos montañosos, laderas soleadas donde el terreno sea irregular y pedregoso.

¿EL SOL EN VERDAD SE PARÓ?

En Josué 10:12-14 se relata una historia fantástica, de aquellas que no pueden ser explicadas por la razón sino a través de la fe (aunque en realidad la fe no explica, nos invita a creer). Sin embargo, el relato de Josué sí puede ser explicado.

Leamos: «Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero. Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel».

El relato bíblico descrito en Josué 10:12-14, dice que el movimiento de la Tierra se detuvo casi un día entero y tardó hasta la puesta del sol, garantizando una victoria épica a Israel. Tres investigadores de la Universidad Ben-Gurion del Negev en Beer Sheva, Israel, con el apoyo de datos de la NASA, publicaron un artículo, donde afirman que en ese momento se produjo un eclipse solar. Ellos lograron encontrar la fecha en que la batalla ocurrió: 30 de octubre de 1207 a.C.

El equipo dirigido por el Dr. Hezi Yitzhak descubrió que sólo hubo un eclipse solar en la región, que ocurrió entre los años 1.500 y 1.000 a.C., cuando los israelitas entraron en la tierra. El eclipse fue fechado precisamente a las 16:28 del día 30 de octubre de 1.207 a.C. (el día en que israelitas y amorreos estaban combatiendo). Los estudiosos también describieron el lugar exacto de la batalla, trazando la misma ruta de 30 kilómetros que Josué y sus hombres hicieron para llegar a Gabaón, al norte de Jerusalén.

Si el sol se detuvo, ¿no debería haber luz? Los científicos aseguran que en el eclipse, la luna bloquea la luz del sol, se trata del término «el sol se paró», o «se detuvo» (dependiendo de la traducción). Según los científicos, en el texto original la palabra equivalente sería «dom», cuyo sentido correcto es «oscurecerse». Es decir, según los estudiosos, el relato bíblico no se refiere a un día más iluminado, sino oscuro. Si esa comprensión es la correcta, significa entonces que los israelitas vencieron la batalla favorecidos por la oscuridad y no por la claridad del sol.

Ya sea que esa jornada la luz se extendió por más horas de lo natural o las tinieblas se adelantaron al día (esto último es lo más probable si aceptamos que hubo un eclipse anular), lo cierto es que Dios otorgó la victoria a su pueblo, y lo mismo puede hacer con nosotros cuando nos disponemos a creer a ciegas, dejando que la razón haga su trabajo, mientras que la fe haga de las suyas… milagros, prodigios y portentos.

APLICACIÓN: Quizá usted necesite un milagro como el de Josué, uno que ningún médico, doctor, líder espiritual u organización podrá realizar, solo Dios. Diga con fe: ¡Sol detente!

Editado por Gabriel Gil
Bibliografía usada:

  • Acontecer Cristiano: Científicos revelan el misterio de Josué 10
  • Eb Global: ¿El sol se detuvo realmente?
  • Diario ‘El País’: Un eclipse bíblico
  • Bible Gateway
  • Biblia de Estudio Plenitud