GRIETAS EN MI MURO

Determinar el origen etimológico del término muro nos lleva hasta el latín. Y es que deriva de la palabra “murus”, que puede traducirse como “pared exterior”. Un muro es una construcción que permite dividir o delimitar un espacio. El término suele utilizarse como sinónimo de pared, muralla o tapia, según el contexto. Muchas construcciones, como los edificios o las casas, apelan a muros para sostener su estructura. Los muros también permiten crear zonas privadas o separadas dentro de una construcción: con muros pueden desarrollarse habitaciones dentro de un departamento, o departamentos dentro de un piso o planta. Los muros, por otra parte, pueden levantarse por motivos de seguridad. Hay países que construyen muros en sus fronteras para evitar el ingreso ilegal de extranjeros. Tiempo atrás, los muros o murallas servían para proteger un territorio de una invasión enemiga (Fuente: https://definicion.de/muro/)

LA CONFIANZA EN DIOS, EL MURO PROTECTOR

La Biblia nos enseña que Dios es como un muro protector contra los enemigos de su pueblo: «Entonces yo mismo seré un muro de fuego protector alrededor de Jerusalén, dice el Señor. ¡Y seré la gloria dentro de la ciudad!» (Zacarías 2:5 NTV). Esa gloria, a la que hace mención el profeta, es la Shekiná de Dios, o sea, su presencia. El Señor dice que el hombre, la mujer, que está blindado bajo su protección, gozará también de su comunión. Sin embargo, para que este muro funcione, hay una condición esencial, CONFIAR EN EL ETERNO, depositar en él todas nuestras esperanzas… «Los que confían en el Señor están seguros como el monte Sión; no serán vencidos, sino que permanecerán para siempre. Así como las montañas rodean a Jerusalén, así rodea el Señor a su pueblo, ahora y siempre» (Salmos 125:1 NTV).

Este magnífico salmo describe a la perfección cómo es estar al amparo de Dios. La persona que confía en el Adonai es como una montaña, inamovible. Podrán venir terremotos, incendios, inundaciones (es decir, todo tipo de adversidades), pero los que confían en el Rey ‘están seguros como el monte Sión’. Esta seguridad procede de la confianza, la cual se construye en el día a día, mes a mes, año a año. Esa confianza de la que habla el salmista es el resultado de un proceso largo, donde el mortal aprende a depositarse en las manos del Único que puede ayudarle, es en ese peregrinaje espiritual donde aprendemos que, “el que le teme a Uno, no le tiene miedo a ninguno”. Y esto es así porque Jehová es un muro de contención que protege a los suyos.

Ahora bien, cuando nuestra confianza en Dios baja, el muro protector también baja. O sea, entre más aprendemos a confiar en el Eterno, a vivir según su voluntad, obedeciéndole, sirviéndole, amándole, temiéndole, más alto y grueso se hará el muro espiritual en torno nuestro. Esto no significa que nosotros podamos hacer más grande a Dios, eso es imposible, pero sí tenemos el poder —dado por el Señor mismo— para agrandar la muralla protectora. A mayor confianza, mayor fianza. Pero, cuando comenzamos a deslizarnos fuera de la confianza en Dios y empezamos a vivir a nuestra manera, dejando que nuestras necedades, malos hábitos, pensamientos torcidos, preocupaciones, sombras siniestras y orgullo nos dirijan, entonces, y de manera automática, el muro protector comienza a agrietarse. Y cuando las grietas aparecen, comienzan a aparecer más y más hasta que el muro se viene abajo: «Por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente» (Isaías 30:13 RV 1977).

LAS GRIETAS

Pero, ¿cómo, cuándo y por qué aparecieron las grietas? Salomón, cuyo muro espiritual llegó a ser muy grande y grueso, y luego se debilitó al punto de casi perderlo todo, sabía muy bien de que hablaba cuando dijo: «Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda» (Proverbios 25:28 RV 1960). El inicio de las grietas en nuestros muros es… ‘No tener rienda’.

El hombre (y también la mujer), es como un caballo salvaje, que quiere mandarse solo, correr por los llanos sin darle cuentas a nadie. El hombre es, una bestia salvaje. Pero no siempre fue así, pues en el principio de la Creación era un ser espiritual muy sagrado, tanto como los ángeles, pero que sucumbió al pecado cuando la serpiente antigua le dijo: ’Serás como los dioses’ (Génesis 3:5 DHH). Y esta tentación despertó en nuestros primeros padres el deseo de independencia, autosuficiencia, acciones contrarias a la confianza que Dios demanda de aquellos que deseen su protección. Pero el hombre quiso correr solo, sin tener que someterse a nadie, porque la confianza era para él una rienda muy pesada que lo restringía de hacer lo que quisiese. Por eso, hasta el día de hoy, la sociedad vive en un torbellino de violencias, miedos, decepciones, mentiras, enajenaciones mentales, enfermedades físicas y adicciones del alma; porque el hombre bestia ha preferido cabalgar a tontas y locas, creyendo así que tiene libertad, en vez de preferir las riendas de Dios, las cuales son, ya dijimos, la confianza en él.

Estas riendas, si están bien puestas en el hombre, le permitirán conducirse por la vida de manera feliz, sana, productiva y en paz. La confianza en el Eterno se nutre de dos grandes fuentes espirituales, la Palabra y la Plegaria. Biblia y oración ayudarán de manera eficiente a que el humano fortalezca su confianza en Dios. Entre más ore y lea, el mortal más comenzará a confiar a Dios, porque una alma que comienza a comer y respirar alimento espiritual sano (Escrituras y rezos), comienza, inevitablemente, a confiar en Dios, a serle fiel, a dejarse domar, montar y guiar por él.

CABALLO INDÓMITO

Las grietas en nuestros muros comienzan cuando nos ponemos ‘chúcaros’, cuando queremos desbordarnos cuál mustang salvaje, olvidando que solo existen dos jinetes, el diablo o Cristo. Cuando permitimos que el primero nos monte, se desata el caos y nuestro muro protector cae (trayendo con ello una vida amarga, llena de miedos y enfermedades espirituales). Pero cuando Cristo nos monta (nos gobierna, nos dirige), una vida llena de seguridad, paz, felicidad y abundancia se abre para nosotros.

«5 Los que viven conforme a la carne fijan la mente en los deseos de la carne; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. 6 La mente gobernada por la carne es muerte, mientras que la mente que proviene del Espíritu es vida y paz. 7 La mente gobernada por la carne es enemiga de Dios, pues no se somete a la Ley de Dios ni es capaz de hacerlo. 8 Los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. 9 Sin embargo, ustedes no viven según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. 10 Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. 11 Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. 12 Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la carne. 13 Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán» (Romanos 8:5-13 NVI).

CONCLUSIÓN

Les recomiendo, queridos lectores, que a la primera grieta detectada en vuestro muro, vuelvan a Dios de inmediato, pidiéndole ayuda, para que esa fisura no crezca, en cambio, que pueda ser reparada por el Constructor divino, el Creador del Universo y de todo muro espiritual.

by Gabriel Gil

Señor de las tormentas

SEÑOR DE LAS TEMPESTADES
«Él habló, y se desataron los vientos que agitaron las olas. Los barcos fueron lanzados hacia los cielos y cayeron nuevamente a las profundidades; los marineros se acobardaron de terror. Se tambaleaban y daban tumbos como borrachos; no sabían qué más hacer. «¡Socorro, Señor!», clamaron en medio de su dificultad, y él los salvó de su aflicción. Calmó la tormenta hasta convertirla en un susurro y aquietó las olas. ¡Qué bendición fue esa quietud cuando los llevaba al puerto sanos y salvos!» (Salmos 107:25-30).

Al leer este pasaje me imagino como uno de esos marineros, surcando el mar. Y al igual que ellos, todos los días somos arrojados a los océanos de la vida: Negocios, estudios, proyectos, matrimonio, pruebas, dificultades, deudas por pagar, luchas internas. Y es allí, cuando las tempestades se desatan, donde más debemos gritar, ¡socorro, socorro! Para que el SEÑOR de las tormentas nos escuche y acuda en nuestra ayuda. Cuando lo haga todas nuestras angustias desaparecerán.

Reciban paz las almas atormentadas, pues el Grande y Temible los conducirá a puertos seguros, donde la ansiedad no existe, solo brisas de calma a quienes logren llegar allí.

by Gabriel Gil

Esperaré tu respuesta devocional

ESPERARÉ TU RESPUESTA
«Me mantendré alerta, me apostaré en los terraplenes; estaré pendiente de lo que me diga, de su respuesta a mi reclamo» (Habacuc 2:1).

Corría el año 600 a.C. y el mundo del Antiguo Testamento estaba en guerra. Babilonia había ganado sobre Asiria y Egipto, imperios que ahora sucumbían ante los caldeos. Judá, un reino pequeño, se encontraba en la “media luna fértil” y era el botín que Nabucodonosor buscaba, por eso mandó sitiar a Jerusalén, para apoderarse de esta ciudad que estaba ubicada estratégicamente a orillas del Mediterráneo. Hambre, violencia y muerte era lo que los judíos experimentaban al momento en que Habacuc escribió su libro. Por eso el capítulo 1 está lleno de preguntas —o más bien de reclamos— que el profeta le hizo Dios, reclamos cargados de dolor al ver que el Señor al que servía no hacía nada para salvarlos, aparentemente.

Una vez que el profeta descargó su frustración, se mantuvo anhelante de lo que Jehová iba a responder…, ¡Hasta se puso en posición de alerta en los lugares altos (terraplenes) de la ciudad!
Así mismo hemos de hacer nosotros, estar pendientes de las respuestas a nuestras oraciones, no solo orar, sino esperar con ansias lo que el Eterno va a hacer. Espéralo, ÉL responderá.

by Gabriel Gil

Devocional

HAZ DEL DOLOR TU MAESTRO
«Dichosos los que lloran, porque serán consolados» (Mateo 5:4).

Recuerdo que uno de los muchos médicos que visitamos en el largo proceso de la enfermedad de mi esposa nos dijo: «Señora, esta dolencia suya es rara, quiero ser honesto con usted, no tengo respuestas… es lo que nosotros llamamos ‘una extrañeza del cuerpo humano’. Seguidamente nos miró —a ambos— y con firmeza sentenció: ‘Tendrán que aprender a vivir con el dolor’”.

Un antiguo maestro solía decir: «El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional». La explicación de esta frase es la siguiente: ‘El dolor es parte de la vida y en algunos casos nos acompañará hasta la muerte, pero sufrir por ello es una decisión’. Fabiola y yo decidimos hacer del dolor un maestro que nos dio tremendas lecciones de vida. En nuestro libro “7 Claves para enfrentar la Adversidad” plasmamos algunas de ellas. Reciban esto: «Los justos claman, y el Señor los oye; los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido» (Salmos 34:17-18).

¿Ayudé a alguien hoy?

by Gabriel Gil

Estoy en el pozo – devocionales

ESTOY EN EL POZO
«Pacientemente esperé en Dios, y Él se inclinó a mí y escuchó mi clamor. Me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso y de la muerte. Afirmó mis pies sobre una roca, me hizo reposar firme» (Salmos 40).

¿Te has sentido en un pozo de desesperación donde los problemas te asedian y te hundes hasta el cuello? Bueno, no eres el único. Así como Jeremías, muchos cristianos experimentan el “abandono de Dios”, aunque en realidad no hemos sido abandonados por Él, sino que las muchas calamidades nos hacen creer que ya no le importamos al Señor. Es como cuando el Crucificado gritó: «Dios mío, Dios mío… ¿Por qué me has desamparado?». Pero Yahvé no lo había abandonado, solo guardaba silencio.

Cobra fe, el problema en el que estás no es el fin de tu vida. Tu historia aún no acaba, todavía verás la luz al final del túnel. El Eterno pronto se levantará a socorrerte, solo espera, porque aunque tardare, vendrá a ti para rescatarte. Recibe fe con esto: La enfermedad, la deuda, la crisis, la carencia, la violencia, la ausencia, tiene fecha de caducidad, y ya está por expirar.

by Gabriel Gil

https://linktr.ee/gabriel.gil

PRINCIPIOS FINANCIEROS PARA ESTE 2015

¿Cuantas veces te has sentado en tu mesa con papel y lápiz a hacer tus cuentas y con frustración observas que no te alcanza? Sumas, restas y haces todas las operaciones que las matemáticas te permiten pero los números te están comiendo; entonces suspiras y miras al cielo como buscando respuestas.

“Soy una buena persona, trabajo duro, me esfuerzo en ser mejor cada día y trato de no defraudar a nadie, ¿por qué no consigo prosperar?” -tal pensamiento viene a ti cada vez que te encuentras en esta situación-, ¿pero sabes? no es suficiente con ser honrado y trabajador para prosperar financieramente, si así fuese nuestros abuelos y padres hubiesen sido ricos. Es necesario adquirir cultura financiera, una mentalidad saludable respecto al dinero, hábitos que nos conduzcan hacia la riqueza integral. A esto se lo conoce como “Principios Financieros Saludables”, y son aplicables a todas las personas sin importar condición social, raza o trasfondo económico; y sin embargo requiere de dos elementos críticamente importantes para que funcionen: disciplina y fe.

¿Quieres saber cuáles son estos principios? La verdad son muchos, yo sólo mencionaré 4  en este artículo y explicaré uno, el resto vendrán poco a poco. Pero cuidado eh, estos principios no son una receta mágica para atraer fortuna, requieren persistencia y la capacidad de creer, de lo contrario se convertirán en mera información almacenada en tu cabeza.

Principio 1: Aprende a Ganar dinero.

La mayoría de las personas se sentirán conformes con un sueldo que sustente sus necesidades y con ello dirán que son felices, ideología que debe ser respetada. Otros dirán que el dinero no hace la felicidad, sí, es verdad, pero la pobreza tampoco. Tienes que entender que el dinero es un recurso amoral, ni bueno ni malo, depende de cómo lo administres es que dará frutos para el bien de muchos o males para todos. “El dinero es un generador de oportunidades” (Randy Morrison).

Entonces, si eres de los que quiere más de la vida debes salir de tu círculo de confort -financieramente hablando-, y esmerarte por adquirir de manera justa, más dinero para ti y los tuyos. Esta es una buena meta para el 2015, ¿acaso no es noble ponerse como objetivo mejorar la calidad de tu propia vida y la de tu familia? Todos estaremos de acuerdo que sí, pero… ¿cómo hacerlo?

Te presento algunos consejos prácticos para alcanzar el Principio 1:

  • Adquiere la información adecuada: hace un curso de emprendimiento, de finanzas básicas, de cómo iniciar un negocio. Muchos gobiernos ofrecen capacitaciones gratuitas al respecto, debes buscar y encontrar la información más adecuada para ti.
  • Aprende de los triunfadores: Júntate con gente que se ve que están surgiendo económicamente en sus negocios y aprende de ellos. El conocido coach internacional Tony Robins dice: “El éxito deja pistas”; en otras palabras, sigue las migajas de pan que estos colonos-emprendedores están dejando en el camino y llegarás a tu destino.
  • Aprovecha las oportunidades: Si tienes la oportunidad de entrevistarte con una persona rica, no le pidas dinero, ¡eso hacen los perdedores!, pídele que te enseñe cómo hizo su fortuna. Si esa persona en verdad es un triunfador -y no un mero rico tacaño-, se sentirá a gusto transmitiéndote sus experiencias. Anota sus palabras pues cada una de ellas es dinero saliendo de su boca.
  • Invierte tiempo y fuerza en tu Proyecto: sigue trabajando en tu empleo, pero ve ideando un negocio propio, un emprendimiento y con los conocimientos adquiridos construye de apoco ese proyecto financiero sin soltar todavía tu empleo. Una vez tu proyecto esté lo suficientemente estable como para sostenerte lánzate con cuerpo y alma a él, y recuerda, “tu sueño te dará de comer”. Esto no se consigue de la noche a la mañana, debes procurar al menos un año o dos para salir de tu empleo.
  • Tres ingresos: ten en cuenta que si deseas vivir con finanzas abundantes debes ser capaz de, en al menos 10 años, generar tres fuentes de ingresos permanentes, así lo hace la gente acaudalada, no se conforman con un sólo flujo mensual, ellos tienen más porque siempre están ideando la forma de ganar más dinero. Pero si sigues dependiendo de tu sueldo -a menos que éste sea suficiente para ti-, acabarás el año 2015 al igual que el 2014. ¿Por qué no hacer la diferencia ad portas de iniciar una nueva etapa?

Principio 2: Devuélvele a la vida el 10% de todo lo que ella te ha dado.

Principio 3: Ahorra el 10% de todo lo que ganas.

Principios 4: Aprende a hacer que tus ahorros trabajen para ti, ¡que el dinero produzca más dinero!

Apenas expliqué el principio uno y de manera somera, imagina el mundo de posibilidades que se abrirían para ti si en verdad estudiaras los cuatro principios de manera profunda… ¡tu vida cambiaría radicalmente! Y sin embargo, espero que estas líneas te hayan ayudado a abrir tu mente, generar esperanza y desafiarte a hacer los cambios necesarios para generar los recursos financieros que tanta falta te hacen.

Sígueme en mi perfil de facebook o en mi sitio web para obtener asesorías personalizadas conmigo o cursos en línea.

Feliz Navidad y Próspero año nuevo son mis deseos para ti.

Gabriel Gil Arancibia

Mentor de vidas

http://www.menthor.cl

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NO TE OLVIDES DE MÍ

¿Te has sentido olvidado por alguien a quien hiciste un favor o con quien has sido bueno? ¿Le has pedido a un amigo, compañero, familiar que recomiende tus servicios, tu trabajo, tu producto, tu idea pero nada pasa? ¿Te hiciste expectativas de que la fortuna te volvería a sonreír porque una persona prometió ayudarte pero nunca lo hizo? Si te sientes identificado -al igual que yo-, déjame decirte que esto mismo le ocurrió a un personaje bíblico, uno que fue recto en su manera de vivir pero que igual fue a dar a la cárcel por un crimen que no cometió. En prisión conoció a un alto funcionario del gobierno a quien interpretó un sueño que se cumplió a cabalidad. Este funcionario a quien las Escrituras lo identifican como «el jefe de los coperos del faraón» salió en libertad, pero antes de su partida el joven José le dijo suplicante: «Yo le ruego que no se olvide de mí. Por favor, cuando haya salido de aquí, háblele usted al faraón para que me saque de esta cárcel» (Génesis 40:14).

¿Qué creen que pasó? Se los pongo así:

– Alternativa A: el copero una vez instalado en palacio intercedió a favor de José para que lo sacaran de la cárcel. Lo hizo porque recordó la fidelidad de José, su buen trabajo y su don especial para interpretar sueños.

– Alternativa B: el copero no intercedió por él, en vez de eso oró todos los días por la vida de José, ya saben, la típica frase evangélica…, «estaremos orando por usted», ¡anda a saber si de verdad oran por ti! (jeje). Bueno, debo ser justo en esto, hay personas que en verdad oran por uno cuando lo dicen, pero son pocas (doy fe que hay personas que oran por mí y lo agradezco).

– Alternativa C: el copero echó al olvido a José, no se acordó más de él. Se dio la gran vida mientras el otro se podría en el calabozo como un maldito de la sociedad.

Bueno, no hace falta ser exégeta para saber la respuesta, pero si tenemos dudas quizá debamos leer el versículo 23 que dice así: «Sin embargo, el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él por completo». ¿Te ha sucedido esto? ¿has sentido el olvido, el abandono, la marginación de aquellos a quienes has ayudado o a quienes serviste o sirves aún? Bueno, ahora ya sabes lo que sintió José.

Así las cosas, ¿qué sentimientos se produjeron en la mente de este hombre? ¿cuáles fueron los pensamientos que cruzaron por su mente? ¿se habrá sentido decepcionado de todo y de todos? Es posible, ¿por qué no? Nos encanta idealizar a los personajes bíblicos y elevarlos a alturas que a nosotros, simples mortales, nos sería imposible llegar. Me atrevo a afirmar que el miedo, la desesperanza y la desolación rondaron el corazón de José como un fantasma que buscaba atormentarlo… ¡Oh Dios, yo mismo he sentido esos sentimientos! Y sin embargo, Dios no olvida, el hombre sí.

La Biblia dice que «dos años más tarde, el faraón tuvo un sueño… Entonces el jefe de los coperos le dijo a faraón: Ahora me doy cuenta del grave error que he cometido» (41:1 y 9). El error al que se refiere es que dejó en la cárcel -sin hacer nada por él-, a su compañero de celda, a pesar de que José le había encargado… «¡no te olvides de mí! Una equivocación que le costó dos años de vida para el pobre José. Claro, nosotros nos apresuramos a interpretar que esos años Dios estuvo con él y por tanto fue para beneficio del mismo José («a los que aman a Dios todas las cosas ayudan a bien»), pero… ¡¿por qué rayos debemos pasar por adversidades cuando hay gente que tiene el poder para ayudarnos?! Perdón por el exabrupto, quizá estoy empatizando con José, quizá hablo por mí mismo, quizá estoy interpretando el dolor de más de algún alma que me está leyendo hoy. Pero esto debemos aprender: Si tenemos la oportunidad y la capacidad de ayudar a otros, sobre todo a quienes nos han ayudado a nosotros, hagámoslo sin demora. No retengamos la bendición.

Ahora bien, el olvido es parte de la naturaleza humana, es algo que va intrínsecamente en nuestro ser. Si hasta Cristo fue olvidado por los suyos allá en la Cruz del Calvario. ¿Dónde quedaron los minusválidos sanados? ¿los leprosos limpios? ¿los ciegos que ahora podían ver? Apenas un puñado de valientes mujeres se mantuvieron fieles a Jesús hasta el final, pero todos aquellos que recibieron beneficios por parte del Maestro se olvidaron de él. ¿Será por eso que el crucificado exclamó con tanto dolor… ¡eloi eloi lama sabactani!? Él también experimentó el dolor del rechazo, del abandono, de la marginación, la decepción y las ilusiones rotas. Y si Cristo fue olvidado, ¿cuanto más nosotros?

No obstante hay que ser justos, hay un Dios al que tú y yo servimos que jamás olvida, es el Dios que estuvo con José allá en el pozo profundo y con el Nazareno en ese vil madero, es el Dios que dijo «nunca te dejaré, jamás te abandonaré» (Hebreos 13:5), y que a diferencia del copero real, cumple sus palabras en el tiempo perfecto, en el kayros divino.

ORACIÓN: Oh Señor, ayúdame a lidiar con la decepción, con los sentimientos de abandono, con la tristeza de ver cómo las promesas hechas por el hombre no se cumplen; pero dame confianza y alegría de saber que a veces tardas, pero no olvidas. Amén.

Nota: Etiquetaré a algunos de mis contactos NO porque les esté enrostrando nada, sino porque deseo que esta reflexión pueda llegar a más personas en mi radar de facebook. Quien sabe si estas líneas ayudan a algún «olvidado». Siéntase en libertad de compartir también

Un aporte de Gabriel Gil – www.menthor.cl