LAGRIMAS – PERFUME Y BESOS

Nadie la había invitado, pero ella fue de todas maneras. Sabía donde sería la cena porque seguía la agenda con sumo interés (no la de ella, sino la de él). ¡No se perdía evento alguno donde estuviera aquel hombre! Pero ese hombre era diferente a las decenas con los que se había acostado… un halo de santidad lo rodeaba siempre, cada vez que hablaba ella quedaba encantada, sus palabras le daban una paz infinita que nunca antes había experimentado.

Se arregló lo mejor que pudo, pero no para seducir -de eso ella sabía mucho, pues su oficio se lo exigía-. Se arregló, dijimos, pues iba al encuentro de alguien importante, un profeta, un sanador, un maestro de multitudes, un pastor de almas solitarias; uno que ella necesitaba con urgencia porque se sentía sola y discriminada, su mala vida así la había marcado. Se bañó, perfumó y algo de rubor se puso en el rostro, pero nada exagerado, la costumbre la impulsó a hacerlo. De su repisa sacó un frasco de artesanía fina, no cualquiera, sino uno de alabastro cuyo contenido era un perfume exquisito, el más costoso que pudo comprar con sus ahorros. Frasco en mano, velo sobre su cabeza y con un manojo de esperanzas rotas, partió nuestra ramera en búsqueda del hombre.

Llegó a la casa de Simón el fariseo, pero ese no era el hombre que buscaba. Sorteó la guardia con facilidad, le bastó unas caricias para hacer que los vigilantes la dejaran entrar. Ya en la puerta se encontró con los criados, mas bastaron unas míseras monedas para que la hicieran pasar. Ella se escabulló entre los invitados, pero no pasó desapercibida. Su bello rostro en acorde con su cuerpo trabajado decían a todas luces que la susodicha no era una dama de alcurnia (aunque tampoco era dama, ella bien lo sabía). Dos, tres, cuatro estancias y finalmente encontró al Profeta a quien todos llamaban Jesús, el de Nazaret. Estaba sentado junto al anfitrión y los demás comensales, disfrutando de la exquisita cena con la que el líder religioso se pavoneaba ante el Rabí, quien de reojo la miró… él sabía que una hambrienta de espíritu había llegado.

No pasó mucho tiempo hasta que la mujer, de quien no sabemos el nombre, se lanzó de rodillas a los pies de Jesús y en llanto profuso inundó sus pies con lágrimas tibias y grandes que caían de sus ojos desgastados; ojos de mujer golpeada, abusada, usada y manoseada. Ella lloraba ante el Maestro mientras todos miraban, pero poco le importaba. Así mismo, mientras derramaba sus dolores en las plantas del que todo lo observa, sus cabellos secaban los pies del Nazareno. De pronto, sin que nadie pudiera hacer algo, tomó el frasco que tanto le había costado (casi un año de trabajo inmundo), y con pasión sagrada que no supo de donde sacó, vertió en esos pies un perfume tan rico en olor, denso en profundidad y con una fragancia envolvedora que la casa del fariseo olió a cielo como nunca antes o después había olido.

Simón dijo para sus adentros, ‘si éste supiera que la mujer que lo está tocando es una mujerzuela, jamás lo permitiría’. Pero el fariseo no sabía que Jesús, el Hijo de Dios, conoce nuestros pensamientos. Por eso procedió a relatar una parábola, una en la que dos deudores -uno que debía más que el otro- eran perdonados por su acreedor. ¿Quién amará más? -le dijo a su anfitrión. ‘El que fue perdonado más’, dijo Simón. ‘Rectamente, has juzgado’, sentenció el Maestro. Y luego de eso le dijo al dueño de casa: Cuando llegué a casa no lavaste con agua a mis pies, según la costumbre de los buenos anfitriones; esta mujer, en cambio, desde que llegó no ha parado de bañarlos con sus lágrimas. No me diste beso, en señal de bienvenida, pero esta mala mujer (según la has apodado) me llenó de besos los pies. Tampoco pusiste aceite en mi cabeza, como símbolo de alegría por haber aceptado tu invitación, pero ella derramó el perfume más caro de la ciudad en mis pies, santificando así tu casa, pues su olor quedará semanas aquí. Simón, le dijo Jesús, tú no viste a esta mujer, pero yo sí. Ella se ha mostrado más atenta a mí que tú con todos los manjares que pusiste en la mesa… esta mala mujer, como tú dices, es hija de mi Padre, y aunque se ha equivocado en su manera de vivir, ha acertado en hacer lo que ninguno en esta casa ha hecho por mí. Seguidamente, Jesús, con voz tierna y compasiva, le dijo a la mujer: ‘Tu fe te ha salvado, ve en paz’.

Cuando la meretriz escuchó esas palabras, algo ocurrió en su interior. Una explosión espiritual sacudió su alma. Sintió como si pesadas cadenas cayeran de sus manos… la gran mochila de pecado que por años cargaba se desplomó, y sus vicios con ella. La mujer, aún de rodillas, rompió en llanto silencioso (como Ana en el Antiguo Testamento), pues no quedaban ya en ella lágrimas por derramar. Un contentamiento celestial la invadió, por lo que solo atinó a musitar un delicado ‘gracias’ desde lo más profundo de su ser. Fue lo último que se le oyó decir antes de que saliera de esa casa.

Se fue por las avenidas oscuras que conocía como la palma de la mano, pero una extraña luz iluminaba ahora su camino. Y así, llena de felicidad, agradecimiento y limpieza, llegó a su hogar (si bien nunca lo fue)… allí donde vivían ‘las de su tipo’. Encendió su lámpara y sin darse cuenta elevó una plegaria al cielo, una oración de reconciliación, porque hace rato que estaba disgustada con Dios. Ahora se sentía ‘digna’ de hablar con el Padre, y así lo hizo mientras echaba a la basura las estatuillas de ídolos que tenía por doquier, además quitó el cordón rojo que colgaba de su ventana, el que le servía de ‘anuncio de la mercancía’. Ella comprendió que fue redimida y santificada por ese hombre, el Único que la había mirado con ojos limpios, uno que vio en ella no el cuerpo en venta, sino el alma angustiada que ahora había sido liberada.

by Gabriel Gil, relatos
Para ‘escuchar’ el podcast vaya al siguiente enlace: https://anchor.fm/gabriel-gil-a/episodes/Palabra-del-dia—BESOS—LAGRIMAS—PERFUME-e1lfm3q


36 Uno de los fariseos invitó a Jesús a cenar, así que Jesús fue a su casa y se sentó a comer.[h] 37 Cuando cierta mujer de mala vida que vivía en la ciudad se enteró de que Jesús estaba comiendo allí, llevó un hermoso frasco de alabastro lleno de un costoso perfume. 38 Llorando, se arrodilló detrás de él a sus pies. Sus lágrimas cayeron sobre los pies de Jesús, y ella los secó con sus cabellos. No cesaba de besarle los pies y les ponía perfume.

39 Cuando el fariseo que lo había invitado vio esto, dijo para sí: «Si este hombre fuera profeta, sabría qué tipo de mujer lo está tocando. ¡Es una pecadora!».

40 Entonces Jesús respondió a los pensamientos del fariseo:

—Simón—le dijo—, tengo algo que decirte.

—Adelante, Maestro—respondió Simón.

41 Entonces Jesús le contó la siguiente historia:

—Un hombre prestó dinero a dos personas, quinientas piezas de plata[i] a una y cincuenta piezas a la otra. 42 Sin embargo, ninguna de las dos pudo devolver el dinero, así que el hombre perdonó amablemente a ambas y les canceló la deuda. ¿Quién crees que lo amó más?

43 Simón contestó:

—Supongo que la persona a quien le perdonó la deuda más grande.

—Correcto—dijo Jesús.

44 Luego se volvió a la mujer y le dijo a Simón:

—Mira a esta mujer que está arrodillada aquí. Cuando entré en tu casa, no me ofreciste agua para lavarme el polvo de los pies, pero ella los lavó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. 45 Tú no me saludaste con un beso, pero ella, desde el momento en que entré, no ha dejado de besarme los pies. 46 Tú no tuviste la cortesía de ungir mi cabeza con aceite de oliva, pero ella ha ungido mis pies con un perfume exquisito.

47 »Te digo que sus pecados—que son muchos—han sido perdonados, por eso ella me demostró tanto amor; pero una persona a quien se le perdona poco demuestra poco amor.

48 Entonces Jesús le dijo a la mujer: «Tus pecados son perdonados».

49 Los hombres que estaban sentados a la mesa se decían entre sí: «¿Quién es este hombre que anda perdonando pecados?».

50 Y Jesús le dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado; ve en paz» (Lucas 7).

JESÚS, el hombre-Dios

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Escribo este artículo en respuesta a algunos que me han preguntado el porqué afirmo que Jesús cometió errores, el porqué Jesús nunca quiso ser idealizado y porqué el Jesús de los evangelios es diferente al que se predica desde los púlpitos (dije esto en un post corto que publiqué ayer domingo 27 de enero del 2019 en mi cuenta de Facebook). Comencemos pues a despejar dudas, o quizá a dejar más preguntas que respuestas en mis lectores. Pero antes algunos planteamientos previos.

1. HIPÓSTASIS.

Se dice que Jesús es 100% Dios y 100% hombre. Tal afirmación no aparece en la Biblia puntualmente, pero hay indicios de que sí. En Colosenses 2:9 encontramos: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (versión RV1960), mientras que la Traducción en Lenguaje Actual dice: “Cristo es completamente igual a Dios”. De este versículo, sumado a otros similares (Juan 1:1 y 14; Juan 8:58; Juan 10:30-34; Hebreos 1:8) se desprende la idea de que en Jesús radica la naturaleza divina y la humana, no que en él haya una mitad de Dios y una mitad de hombre, sino que él es todo Dios y todo hombre. Pero hay además de estos pasajes otro donde Pablo (el llamado teólogo del Nuevo Testamento) expone de manera más abierta el misterio de “la doble naturaleza”. Veamos su exposición: “Aunque existía con el mismo ser de Dios, no se aferró a su igualdad con él, sino que renunció a lo que era suyo y tomó naturaleza de siervo. Haciéndose como todos los hombres y presentándose como un hombre cualquiera” (Filipenses 2:6-7 versión DHH).

El término “hipóstasis” viene del griego y su significado es variado. Puede significar tanto “ser de un modo verdadero”, “ser de un modo real” o bien “verdadera realidad”. No fue sino hasta el Concilio de Calcedonia (451 d.C.) cuando se decretó de manera oficial la doble naturaleza de Cristo, siendo esto un dogma para la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa. Fue en ese Concilio Ecuménico donde se rechazó el “monofisismo”, doctrina que enseñaba que en Jesús solo radicaba la naturaleza divina, y también se rechazó la postura nestoriana la cual enseñaba que en Jesús si bien habían dos naturalezas, la divina y la humana, éstas actuaban por separado convirtiendo a Cristo en un ser “con doble personalidad”. El Concilio Ecuménico de Calcedonia barrió con esos postulados sosteniendo lo que hasta hoy se enseña, “Jesús es 100% Dios y 100% hombre”. Pero debo ser honesto al señalar que este dogma fue impuesto mediante un Concilio eclesial, no es una doctrina que se explique claramente en las Escrituras; de ahí que varios teólogos llaman a esto “el misterio de la doble naturaleza de Cristo”.

2. ENCARNACIÓN.

Dentro del cristianismo existen cuatro grandes columnas doctrinas que son la base de sus creencias: La encarnación, la hipóstasis, la resurrección y la trinidad. Ya hablamos de la segunda, pero déjenme hablarles de la primera que si bien es cierto parece más fácil de aceptar también tiene sus controversias.

Wikipedia resume de manera fantástica esta doctrina, les transcribo lo que en dicha enciclopedia virtual encontré:Encarnación (del latín incarnatio, de incarnatumincarnare) para los cristianos es el momento en que el Verbo de Dios (Dios hijo) se encarnó en la virgen María, por el poder del Espíritu Santo, y asumió para siempre la naturaleza humana sin dejar su Naturaleza Divina, en obediencia a Dios Padre para reconciliar a la humanidad perdida por el pecado original.

Según la doctrina cristiana, la única persona de Jesucristo tiene dos voluntades, dos inteligencias y dos naturalezas: la humana y la divina. El Concilio de Calcedonia convocado en el año 451, en la carta dogmática del papa León I, así, declara que después de la Encarnación, lo que era propio de cada naturaleza y sustancia en Cristo permaneció intacto y ambas se unieron en una sola persona, pero de manera que cada naturaleza actuaba de acuerdo a sus propias cualidades y características. Jesucristo es verdadero Hijo de Dios y verdadero Hijo de María. Dada la importancia de este hecho la historia se divide en antes y después de Cristo.

Según Tertuliano «el rayo divino, que es el Verbo o el Logos, descendió a una  virgen, tomó carne en su seno y nació, hombre y Dios a la vez». San Cirilo de Alejandría, por otra parte, lo explicaba así: «Jesús existió, fue engendrado por el Padre antes de todos los tiempos, y no obstante nació de la carne de una mujer”.

En términos sencillos, Dios se hizo hombre en la figura de Jesús, pero no perdió su naturaleza divina.

3. EL SECRETO MESIÁNICO.

En varios pasajes de los Evangelios encontramos a Jesús ordenando a sus discípulos, a sus seguidores, a los beneficiarios de los milagros e incluso a los demonios que “no dijeran nada a nadie sobre él”. La pregunta es, ¿por qué? (Marcos 1:44; 3:12; 8:26; Lucas 4:41; 5:14; 8:56; 9:21; Mateo 8:4; 16:20; 17:9; 21:27). Muchas respuestas se han especulado al respecto, he aquí algunas.

  1. Jesús no quería ser distraído de su misión, él sabía que llamar la atención provocaría aglomeración de gente, demandas, exceso de trabajo y llamadas urgentes que solo lo distraerían de su propósito, además de drenar energía física y espiritual que estaba destinada para otras tareas. Por eso pedía (exigía) que no le contaran a nadie. Él sabía perfectamente lo fácil que es perder el foco cuando hay distracciones externas.
  2. Jesús no quería que su fama lo llevara a alejarse de Dios, en cuanto a perder intimidad con el Padre por estar preocupado de “las luces y cámaras” que se posarían sobre él. Por eso cuando les pedía que “no le cuenten a nadie este milagro” seguidamente se apartaba a lugares desiertos, porque sabía que la fama, el poder, los aplausos son peligrosos si no se los sabe manejar. Y aunque él pudo haberlos manejado sin problemas nos muestra su humanidad (y humildad) al preferir apartarse en vez de disfrutar ––merecidamente–– los halagos de la gente.
  3. Jesús no quería restarle gloria a Dios, por eso mandaba a los hombres a callar (y también a los demonios), porque no quería ser el centro de atención. Nunca buscó ser ensalzado, glorificado, idealizado por los suyos; todo cuanto hizo fue para dar gloria al nombre de Dios. Jesús se cuidó mucho de esto, de opacar a quien en verdad debía brillar, Jehová el Señor. Por eso él se veía a sí mismo como el ebed Yahvé, o sea, el esclavo del Señor…, un sirviente al servicio de Dios y de los hombres (Marcos 10:35-45).
  4. Pero es Sigmund Mowinckel quien en su libro “Mesianismo y Mesías” es más osado que todos los otros postulados al sostener que “Jesús no quería que se divulgara su fama, sus milagros, su persona porque él mismo no estaba seguro si era el Mesías que los judíos esperaban”. Jesús fue creyendo en sí mismo en la medida que realizaba milagros, pero un gran temor lo perseguía siempre: No ser  la figura mesiánica que las profecías habían profetizado (esto lejos de considerarse una herejía debe entenderse como un acto de humanidad de Jesús). En términos sencillos, Jesús no quería causar falsas expectativas de algo que ni él mismo tenía certeza de que ocurriría. En este punto teólogos de renombre como Jürgen Moltmann dicen algo parecido. Sugiero echar una lectura a Mowinckel, su obra tiene 556 páginas y fue un de los libros pilares que usé para mi tesis “El Siervo Sufriente como Modelo de Misión para la Iglesia” (Semisud, 1998, programa de Licenciatura en Teología).

AHORA SÍ, vamos a las preguntas que algunos de ustedes me hicieron en base al “polémico” post que lancé ayer en mi cuenta de Facebook. Por cierto, el mentado post dice así:

Nunca fue la intención de Jesús ser idealizado por sus seguidores. Él era más humano que nosotros mismos, fue cercano, accesible, cometió errores, se cansó y hasta quiso evitar la cruz. Pero el cristianismo lo idealizó y con eso opacó la verdadera imagen del Maestro. A veces elevamos a Cristo a un nivel que Él no quiso estar. No niego con esto su divinidad, mi post no va por ahí. Solo digo que «el Jesús de los evangelios es muy diferente al Jesús que se nos presenta desde los púlpitos”.

PREGUNTA 1: ¿Nunca fue la intención de Jesús ser idealizado por sus seguidores? Por favor explíqueme.

  • Respuesta: Así es, nunca quiso Jesús que lo idealizaran. La idealización de una persona, organización o causa es peligrosa porque se crea una figura fantasmal, una imagen que en su origen nunca fue así; son los adeptos quienes transforman la figura de su líder convirtiéndolo en héroe, mártir, maestro, mesías o libertador. Lo mismo ocurre con Jesús. Tendemos a presentarlo como “el líder perfecto, uno que hizo todo bien, aquel de quien nada malo se puede decir porque nada malo hizo”; sin embargo él mismo rechazó al joven rico cuando le dijo “Maestro bueno”, su respuesta no se hizo esperar: “No me digas que soy bueno porque no lo soy, solo Dios lo es” (Mateo 19:16). De este versículo se desprende la idea de que el Maestro estaba consciente de su humanidad, humanidad que no puede ser idealizada porque ésta es en sí misma imperfecta. La Biblia sostiene un decreto potente: “el hombre es malo desde su juventud” (Génesis 8:21) y, “maldito el hombre que confía en el hombre” (Jeremías 17:5). Por tanto, ¿cómo se podría idealizar a Jesús a los niveles que lo hemos hecho sin caer en la contradicción de pensar que el hombre es bueno? Ni Jesús mismo pensaba que él lo era, pero sus seguidores inmediatos necesitaban elevarlo a niveles supra-humanos para afirmar su deidad, la misma que no contradigo en lo absoluto, pero de la cual Jesús no se tomó para ejercer su misión (“no estimó ser igual a Dios como cosa a la cual aferrarse” Filipenses 2:6). Jesús caminó como hombre, sintió como hombre y se vió a sí mismo como hombre, aunque a la vez ––y muy tímidamente–– a veces se veía como igual a Dios, sin embargo no hay registro alguno donde sea lea al Maestro diciendo YO SOY DIOS. Alusiones encontramos, claro que sí, pero que tales palabras de proclamación salieran de su propia boca no las hay. ¿Significa esto que Jesús no era Dios? No he dicho eso, creo que sí lo fue; pero se enfocó más en su naturaleza humana que en la divina. Esto me ayuda a ver a Jesús más cercano a mí y creo que Él quería eso.

PREGUNTA 2: ¿Cometió errores Jesús?

  • Respuesta: Al parecer esta afirmación, la que hice en mi post, fue la que más causó dificultades en algunos de mis seguidores. Yo creo que Jesús al poseer naturaleza humana sí cometió errores. ¿Qué tipo de errores? No lo sé, la Biblia no menciona aquello. Pero si vamos a creer que en Jesús radicaba la hipóstasis (doble naturaleza), entonces debemos estar dispuestos a asumir que así como él era Dios al 100% ––y de hecho lo fue––, también fue humano al 100% y eso implica la imperfección de la humanidad. ¿O acaso ha habido alguna persona en la historia de la humanidad que no haya cometido equivocaciones, malas decisiones, desaciertos, metidas de pata? El mismo Maestro dijo en cierta ocasión, “el que esté libre de pecado (errores/desaciertos/equivocaciones) arroje la primera piedra”. Y sabemos que ninguno de los acusadores lo hizo, él tampoco porque sabía que su naturaleza humana guardaba errores así como el resto de los mortales (Juan 8:1-7). Jesús por tanto no es la excepción, ¿por qué nos asusta tanto esto? Nos asusta porque se nos ha enseñado un Jesús perfecto, un Jesús supra, un Jesús estilo Superman del cual se dice “nunca tropezaba” (Jerry Siegel y Joe Shuster); por lo cual aceptar a un Jesús que cometió errores es herético ––postura conservadora fundamentalista––, pero esta postura nos priva del verdadero Jesús, aquel que fue tan humano que incluso pecó. ¡Santa herejía! Estoy dispuesto a asumirlo, ¿pero saben? Si estoy afirmando que el Maestro cometió errores entonces también debo ser consecuente al afirmar que él conoció el pecado pues éste ––el pecado–– es parte intrínseca de la naturaleza humana…, ¡no se puede ser humano sin practicar pecado! (de hecho la palabra pecado en su etimología primitiva significa “errar el blanco”, “equivocarse”). Jesús lo sabía, lo asumió, lo aceptó y “venció” (nótese las comillas en esta última palabra). Esto me emociona pues veo a Jesús cercano a mis errores porque él los cometió también, cercano a mis malas decisiones porque él también las tomó, cercano a mis equivocaciones porque él también se equivocó, cercano a mis caídas porque él también cayó. Okey, dejaré hasta aquí porque en este punto algunos ya me están crucificando y no los culpo, y seguramente están citando 1ª Pedro 2:22, “Cristo no cometió ningún pecado ni engañó jamás a nadie”. Estoy de acuerdo con este versículo, Jesús no practicaba el pecado como un estilo de vida pero el pecado (en modo de equivocaciones/errores/desaciertos) eran parte de su naturaleza humana, no podría ser de otra manera. Hebreos 4:15 nos dice que «él conoció nuestras debilidades pero sin pecado», aunque claro, una traducción más fiel al original nos diría otra cosa (entrar en detalles no puedo, se haría demasiado extenso este artículo).

PREGUNTA 3: ¿El Jesús de los evangelios no es el mismo que se predica desde los púlpitos?

  • Respuesta: No, no lo es. Y esto se debe a la forma que desde el primer siglo se presentó a Jesús. Me explico. Seguidamente a la asunción de Cristo (año 30 d.C. aproximadamente) los Apóstoles, los Padres Apostólicos, los Padres de la Iglesia, los Apologetas y los Concilios Ecuménicos (siete en total) fueron “perfeccionando” la imagen de Jesús maquillándola a su conveniencia, más para mal que para bien. Se encargaron de idealizar, perfeccionar y endiosar a Jesús al punto de hacerlo inaccesible a los mortales pues así sería más Dios…, todo lo contrario al plan que Padre e Hijo idearon juntos, “caminar entre los hombres como uno de ellos” (Jesús no necesitaba ser endiosado, ya era Dios). Así que, más por tradición que por Escritura se ha predicado a un Jesús diferente al de los evangelios; un Jesús perfecto, un Jesús que no ríe, un Jesús que no se equivoca, un Jesús serio y un tanto gris, un Jesús al estilo dioses del Olimpo, distante, frío, calculador y lejano a la humanidad el cual “ni siquiera va al baño”; pero los evangelios nos presentan otro Jesús, uno que se muestra cercano al hombre, uno que entiende su sufrimiento, sus decepciones, sus caídas, sus auto-boicots, sus pensamientos negativos, uno que fue más humano que Adán porque ese primer hombre nació en un Paraíso, pero este último en un chiquero inmundo. El Jesús de los evangelios es uno que predicó temas cotidianos, dió enseñanzas para el día a día, incluso los milagros que hizo fueron irreverentes porque rompieron las leyes impuestas de la época…, ese es el Jesús que a veces, no siempre, se deja mostrar en ciertas iglesias. Si mostrásemos más a este Cristo (el humano-divino), posiblemente la sociedad aprendería a escucharlo y no a rechazarlo porque verían en él a un compañero, un luchador, un hombre-Dios que libra batallas internas, un Cristo que se levanta a pesar de sentirse abandonado (eloi eloi lamac sabactaní), ¡ese es el Jesús que el Padre quiso mostrar!

Termino este artículo con las emblemáticas palabras de Miguel de Unamuno: “Y tú Cristo del cielo redímenos del Cristo de la tierra”. 

Por cierto, quien escribe es fiel devoto de Dios-Padre y Dios-Hijo, también de Dios-Espíritu Santo. Creo firmemente que Cristo poseía ambas naturalezas, pero también creo que el Jesús que se nos ha enseñado ha sido sobre-dimensionado lo cual nunca fue lo que él mismo quiso. Prefiero creer en un Jesús mucho más humano de lo que los escritores sagrados nos presentan, esto me da confianza pues puedo depositarme en Uno que me entiende a la perfección, incluso cuando mi alma navega los mares de la incertidumbre, la soledad, los desaciertos y decepciones.

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by GABRIEL GIL (Gabriel Gil es teólogo de profesión especializado en Coaching Integral Sistémico, Mentor de Vidas y Pastor evangélico. De hobby es escritor).

 

Bibliografía Utilizada

  • «El Otro Cristo Español» (Juan MacKay)
  • «Mesianismo y Mesías» (Sigmund Mowinckel)
  • «Jesús antes del Cristianismo» (Angel Manzo, Gabriel Gil y otros autores).
  • «El Siervo Sufriente como modelo de Misión para la Iglesia» (Gabriel Gil, tesis de grado)
  • «Cristo y el Cristianismo, dos Grandes Enemigos» (Yattenciy Bonilla)
  • «¿Loco o Dios?» (Pablo Martínez y Andrew Sims)
  • «Esa burocracia que no me deja ver a Jesús» (Gabriel Gil, nota de Facebook)
  • Wikipedia
  • La Biblia, varias versiones
  • Diccionario de Teología (Leon Dufour)

ADMINISTRADOR DE POCOS RECURSOS

apps_finanzasEscuché en cierta ocasión a un economista que daba un seminario para emprendedores cristianos ––yo asistí para recibir capacitación––. Su fluidez era impresionante así como el manejo de conceptos que hasta esa fecha yo desconocía, conceptos que vinieron a enriquecer mi vida y la de todos quienes escuchábamos con atención a este “gurú” de las finanzas. Una de las máximas que ese orador soltó fue ésta: LOS RECURSOS SIEMPRE SERÁN ESCASOS EN COMPARACIÓN CON LA DEMANDA.

Cuando escuché esto me estremecí por completo porque por fin entendí que la lucha que a diario enfrentaba al tratar de levantar mi emprendimiento con los pocos recursos que tenía no sólo era mía, sino de todos los hombres que el Señor había creado. Me sentí entonces aliviado pues hasta ese entonces me culpaba cruelmente porque a juicio mío, la escasez de recursos se debía a mi pecado, irresponsabilidad, mal manejo del dinero y todas esos fantasmas que vienen a la mente de uno cuando las cosas no salen (no obstante que algunos de esos pensamientos están en lo correcto, no los descartemos de plano, pero eso es tema para otra reflexión).

De esto hace ya varios años y desde entonces he venido trabajando los recursos que tengo a mano ––que nunca son suficientes por cierto––, recursos que me han permitido levantar mi emprendimiento-ministerio llamado MENTHOR por medio del cual cumplo mi propósito en la vida: “Guiar a las personas hacia Dios ayudándolas a mejorar sus vidas”.

Durante este tiempo ha habido un pasaje escritural que me ha acompañado “en las buenas y en las malas”, y ha venido a convertirse en una brújula espiritual que me muestra el camino cuando comienzo a perder la ruta, de este logos he descubierto algunas verdades que hoy quisiera compartir con usted.

Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor (Mateo 25:21).

1. ¿Qué es un Recurso? ¿Qué es un Administrador?

  • Definamos lo que es un Recurso: No voy a enredarme aquí con grandes conceptos o significados complejos, tampoco recurriré a diferentes ciencias para explicar qué es un recurso. Me he permitido ser claro y sencillo en la definición que elaboré para ustedes: “Por recurso se entiende todos aquellos elementos ––tangibles o intangibles–– que sirven para alcanzar un objetivo, meta o beneficio”. Así entonces un recurso puede ser el dinero con el que contamos (sea mucho o sea poco), una habilidad con la que se nace (pintar, bailar, enseñar, tocar un instrumento, cocinar), una destreza aprendida (una profesión, un oficio, un arte), un patrimonio adquirido (tierra, campos, herencia), un inmueble (casa, edificio, local comercial), herramientas de trabajo (automóvil, oficina, computador, celular, cocina); suministros que nos facilitan la vida (luz eléctrica, agua potable, internet); un recurso puede ser incluso el propio cuerpo (manos, pies, mente, voz, etc.). En fin, los recursos tienen diferentes “formas, colores y sabores”; no obstante éstos no producirán ningún bien si no se los trabaja.
  • Definamos lo que es un Administrador: “Un administrador es la persona encargada de gestionar los bienes de otro”, y por gestionar debe entenderse la capacidad para potenciar, maximizar, sacar el mejor provecho de los recursos que se les ha confiado. Un administrador ––en cualquier empresa que trabaje–– debe realizar al menos cuatro tareas básicas: Organizar, planificar, supervisar y controlar los recursos, procurando que éstos rindan más de lo que en esencia son a fin de llevar a la empresa al éxito (o al cumplimiento de su misión). Así entonces cada ser humano es un administrador de los recursos que Papá Dios le ha dado, sean muchos o sean pocos, el hombre debe administrarlos de la mejor manera ––según su capacidad–– pues de esta manera podrá acceder a “mayores recursos”. De eso hablaremos en los siguientes ítems.

2. Administradores de los Recursos divinos.

En el versículo que les mencioné (Mateo 25:21) se ven dos principios de economía que pueden ser aplicados de manera universal (les recomiendo leer todo el contexto, es decir Mateo 25:14-30). El primero de ellos es que a todos se nos han dado recursos (tangibles o intangibles), a unos se les da más y a otros se les da menos, esto ocurre según la capacidad del hombre para administrarlos: “Al que tiene más (mayor capacidad de administración, más empuje, más pasión, más proactividad) se le da más, pero al que tiene menos (menor capacidad de administración, por mediocridad, flojera, vergüenza, ignorancia o procrastinación) aún lo que tiene se le quitará” (Mateo 13:12). Esto parece injusto pero no lo es, la vida es sabia y ella no desperdicia recursos en quien no está dispuesto a duplicarlos. El segundo principio que encontramos es que al ser buenos administradores de los pocos recursos ––que es una constante en la vida del hombre––, podremos acceder a más y mejores recursos, pero para que esto ocurra la clave es ser buenos mayordomos de lo poco, de lo escaso, de lo que no abunda; si hacemos esto calificamos para recibir más. Esto mis amados lectores es una ley cósmica y comprobadamente eficaz a quienes la hemos vivido. Se los pongo de esta manera: SI QUIERE GOBERNAR SOBRE MUCHAS CANTIDADES APRENDA A GOBERNAR SOBRE LA ESCASEZ EN LA QUE SE ENCUENTRA.

3. ¡Tu Futuro puede ser Grande!

Lejos de que este subtítulo sea una mera arenga de motivación es una verdad que hallamos en la Biblia, específicamente en Job 8:7 que dice: “Aunque tu principio fue pequeño, tu futuro será enorme”. ¡Wow! ¿quién no se emociona con versículos como éste? Sin embargo para que esto ocurra debemos entender lo siguiente:

  • Siempre se inicia desde abajo: Los más grandes proyectos nacieron de ideas sencillas; las más grandes empresas iniciaron con un capital irrisorio; los ministerios más efectivos fueron producto de gente simple de escasos recursos.
  • Es imposible alcanzar la grandeza sin antes haber experimentado la bajeza, sólo así disfrutaremos la cima…, cuando hayamos vivido todo el sacrificio que significa escalar “desde abajo” entonces y sólo entonces nos deleitaremos al estar arriba.
  • El futuro prometedor que Dios planeó para sus hijos es accesible a todos, pero no todos estarán dispuestos a conquistarlo (es más fácil soñar que hacer, así lo declara Proverbios 13:4).

A MODO DE CONCLUSIÓN:

Invierte, negocia, gestiona…, ¡BAM! Disfruta del éxito

Me resulta sumamente atractivo el contexto en el que se da “el versículo brújula” del cual he realizado este artículo, en él encontramos al Maestro de maestros hablándonos directamente al corazón. Y respecto a esto les comparto una conversación que tuve con el Jefe Supremo cuando me encontraba en el hoyo de la miseria, allí donde quizá también usted ha estado. Siga leyendo pues quizá mi tertulia con el Creador pueda ayudarle.

–– ¿Por qué no me bendices Señor como lo has hecho con mi vecino? Él no te sirve, no te teme y mucho menos te ama como yo, pero a él le va bien mientras que a mí, ¡mírame! apenas si me alcanza para vivir y eso que trabajo para ti.

–– Gabriel ––me dijo––, te he bendecido con recursos de los más variados, tu misión en la tierra es utilizarlos para Mi gloria, para beneficio de otros y para tu propio sustento, ¿lo estás haciendo? No te los he dado para que te compares sino para que los trabajes.

–– ¡¿Cuáles recursos?! No tengo dinero, no tengo título universitario, no tengo un puesto en alguna organización importante, ¡¿cómo te atreves a decirme que me has bendecido con recursos?! Ah si tan sólo tuviera la suerte de otros, ¡a ellos sí que les ha ido bien!

–– ¡¡¿No te he dado recursos?!!, me dijo con voz temible. ¿Y las 24 horas que todos los días fabrico para ti no cuentan? ¿las manos y pies que cuelgan de tu cuerpo no sirven para nada? ¿qué hay de la mente lúcida que contiene tu cerebro…, acaso no es un recurso? ¿Y qué me dices de la buena mujer que puse a tu lado para que te acompañe todos estos años, una esposa que te ama, cuida, te aconseja y hasta cocina para ti, no es ella una ayuda idónea para ti? ¿es que las hijas sanas, bellas y fuertes que te di no son un recurso?

–– Perdóname Señor

–– ¡Calla y escucha! ¿No que te las sabías todas? ¿no que te considerabas muy inteligente? ¿es que querías disputar conmigo? Ahora escúchame bravucón: ¿Acaso no naciste con habilidades especiales, únicas, irrepetibles?

–– ¿Cuáles Señor? Y no pregunto con osadía, ya no, quiero aprender de ti postrado a tus pies.

–– Gabriel, Gabriel, Gabriel, te creé con un Propósito y tú ya lo descubriste, ¿sabes cuantos de mis hijos deambulan de un lugar a otro, de un trabajo a otro, de una relación a otra porque no saben con exactitud para qué vinieron a este mundo? ¡Pero tú sí! Tú mismo lo enseñas, lo declaras, lo afirmas por doquier, ¿quieres que te lo recuerde?

–– No Señor, ya lo sé, “guiar a las personas hacia Ti ayudándolas a mejorar sus vidas”.

–– ¿Y qué crees que es eso? ¡Un recurso! Tu Propósito es un recurso que activa oportunidades, personas, conexiones, ideas…, ¡úsalo! Y junto con ese Propósito te he dado habilidades para enseñar, hablar en público, capacidades para aconsejar y hasta para escribir…, ¿acaso no son recursos esos? ¡Claro que sí! Son recursos que te ayudan a realizar tu Propósito de vida, ¿por qué no los usas entonces?

–– Señor tengo miedo, tengo miedo a hacer el ridículo, a fallar, a que la gente no me escuche, ¿quién querría leerme, escucharme, seguir mis consejos?

–– Pero, ¿no has leído el pasaje cuando mi Hijo habló de los tres administradores? Uno de ellos me recuerda a ti. Cuidado Gabriel no sea que lo que te he dado te lo quite para dárselo a otro.

–– ¡NO MI DIOS! eso no, perdóname…, es que me siento pobre, desnudo, incapaz de sobresalir porque aunque me esfuerce no logro levantar.

–– ¡Basta! Con esto termino Gabriel, ¡jamás lograrás salir adelante si no crees en mí y también en ti! YO SOY la fuente de recursos ilimitados, pero si no recurres a mí jamás podrás acceder a todo lo que tengo para ti. Pero también debes creer en ti, si no lo haces es como decirme que los recursos que te he dado no valen para nada, es como enterrar bajo tierra los talentos que de mí recibiste.

Y cuando ese encuentro terminó (el cual no sé si fue real o producto de mi imaginación), me sentí vencedor, sentí un ardor en mi pecho, como si hubiese sido apaleado hasta más no poder. Lágrimas habían rodado por mis mejillas a mares y mis piernas temblaban porque había estado de rodillas más de tres horas. Sí, fue una teofanía que nunca había experimentado pero que cumplió un objetivo en mí: Sacarme del puerto de la amargura y lanzarme a mar abierto, a la conquista de metas que antes parecían imposibles.

Inmediatamente recurrí a la Biblia y encontré el pasaje que ha sido el centro de esta reflexión (Mateo 25:14-30), descubrí allí que si deseaba salir de mi miseria debía duplicar mis recursos, debía gestionarlos, sacarles el máximo de provecho, ¿pero cómo? Negociando, invirtiendo, capacitándome, agradeciendo lo que tengo y cuidando de los recursos (Proverbios 27:23); pasar de ser “bueno” a ser “muy bueno” y de muy bueno a “experto”, y eso he venido haciendo poco a poquito, ¿saben por qué? porque tengo la esperanza que un día Dios me dirá: “Buen siervo, has sabido trabajar tus recursos ––aunque pocos en principio––, toma aquí tienes más, goza de la vida que tengo para ti”. Y entonces le diré: “Amén Señor, gracias porque los recursos que me diste al principio fueron poquitos, pero eso no importa, he aprendido a trabajar lo que tengo porque así califico para tener más”.

P.D. Esta reflexión contiene ideas extraídas de mi tercer libro, CREADOS PARA CRECER CREADOS PARA EMPRENDER. Si usted desea adquirir póngase en contacto conmigo o visite mi vitrina virtual donde están alojadas mis obras.


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En la playaGabriel Gil es Coach Integral Sistémico y Mentor de vidas; de profesión teólogo y por vocación divina pastor; además escribe post, artículos y libros. Su misión en este mundo es “guiar a las personas hacia Dios ayudándolas a mejorar sus vidas”.