ENAJENACIÓN ESPIRITUAL

Susana
Conocí a esta mujer años atrás, y aunque su caso es radical representa a muchos que viven encerrados en su propio mundo. Ella asistió por años a una iglesia de dudosa doctrina donde «todo lo del mundo era malo» y sólo los que asistían a esa congregación eran «buenos». Tal era el poder de convencimiento de sus líderes que todos creían en sus enseñanzas a pies juntos, sin cuestionamientos, dudas u observaciones. La palabra del pastor era ley, y él hacía y deshacía en la vida de sus feligreses con plena autoridad. No somos secta -afirmaban-, pero la vida de sus adeptos parecían decir otra cosa.

Una característica en común rodeaba a todos las ovejas de este corral, vivían en una especie de esfera donde nadie podía entrar, sólo ellos y sus hermanos de fe; una esfera invisible pero real -al menos para ellos-, donde las luchas con huestes celestiales, reprensiones a Satanás y revelaciones divinas eran pan de cada día. Los servicios dominicales, y también los de entre semana, eran sólo eso: luchar, luchar, luchar… ¿con quién? Anda a saber, pero ellos «luchaban» alzando sus voces con gritos espeluznantes, ademanes con las manos y pies, emitiendo sonidos guturales, induciéndose el vómito para ser liberados e incluso cayendo al piso en una especie de éxtasis paranormal. Toda esta descripción parece invento mío pero no lo es, es algo que existe «aquí y en la quebrada del ají» (chilenismo).

La mujer con la que comencé el relato logró salir de esa iglesia, gracias a Dios. Con lágrimas en los ojos nos relató a todos los que participábamos de la cátedra «Análisis de la Guerra Espiritual y Teología de la Prosperidad», cómo llegó a ese grupo, cómo iniciaron el lavado de cerebro (cita textual) y su posterior deterioro; estábamos atentos a sus relatos pues parecía obra del mismo Hitchkoc (las palomitas de maíz se hicieron nada pues los chiquillos escuchaban y con nervios sonreían comiendo como desesperados jaja). Susana -así la llamaremos-, nos dijo: «Llegué a creer que todo el mundo era malo, eso incluía a mi familia. Andaba por las calles hablando en lenguas, reprendiendo y temblando por la presencia de Dios, o eso creía yo». Nos dijo también: «A veces cuando conversaba con personas sentía cosas raras en mi interlocutor y no tenía reparos en comenzar a ‘reprender al diablo’ mientras la otra persona me preguntaba, ¿estás bien, qué te pasa, por qué dices esas cosas?». Debo reconocer que escuchar a esta dama fue una de las partes más tétricas y apasionantes de la clase, lo digo con propiedad porque yo era el profesor de ese curso. Pero la tragedia no había terminado aún, todo acabó cuando sus hijos debieron internarla en una casa de reposo bajo un diagnóstico médico: ¡se había enajenado!

¿Existe la Guerra Espiritual?
Respecto a esta pregunta no sería justo responderla en un párrafo o dos, al menos con la seriedad que se merece. El curso que dicté en aquel seminario contenía al menos 25 horas presenciales, además de bibliografía para leer, ejercicios en clases, trabajos grupales, debates, exposiciones de temas y también trajimos invitados especiales que nos relataran sus puntos de vista. Todo eso hizo que la clase adquiriera peso académico además de sensibilidad espiritual. Dentro de los alumnos habían unos tres «bandos» o estilos de pensamientos. Estaban los que opinaban que la guerra espiritual sí existe con demonios, luchas, reprensiones, revelaciones y demás, aunque guardando un equilibrio sano; también estaban los alumnos que sostenían que esta guerra era más bien interna, la lucha del cristiano con sus propios demonios; es decir, consigo mismo, con sus malos hábitos, pensamientos y actitudes. Y había un tercer grupo, quizá los más jóvenes que aún no tenían fundamentos claros para tener su propia opinión. Cabe mencionar que los alumnos, en su mayoría eran personas con experiencia pastoral, misionera y de evangelismo, no ha de juzgarse entonces como si se tratase de académicos de oficina ridiculizando una postura, al contrario, siempre se manejó la seriedad del caso aunque a veces era inevitable reír con algunos episodios que escuchábamos, en otros en cambio provocaba llorar de espanto.

Usted ha de preguntar… Gabriel, ¿y usted qué piensa al respecto? Sencillo, al menos para mí (a continuación escribo mi opinión personal, la cual no debe considerarse absoluta o única): La lucha espiritual existe, pero debe darse en un EQUILIBRIO BÍBLICO. No niego la existencia de entidades espirituales -llámense ángeles o demonios-, pero no les doy la importancia que el movimiento Guerra Espiritual les da. La Biblia no se centra en luchas con ángeles, demonios, huestes, principados u otras cosas, pero no las niega. Respeto a mis hermanos que creen en ese tipo de lucha, «cuerpo a cuerpo», pero yo tengo mi propia lucha espiritual. Yo lucho con gabriel, ojo, NO con el ángel Gabriel, sino con mis propios fantasmas (pensamientos, actitudes, temores, palabras, etc)… Y ya tengo suficiente conmigo mismo como para andar luchando con «fulanos espirituales» que en nada aportan a mi crecimiento, pero ojo, también he tenido luchas con demonios y esas cosas, pero no las maximizo.

¿Quiere decir que usted niega la existencia del diablo? -preguntará-, Y yo respondo: Si usted pregunta eso es porque no me conoce, no sabe que mi familia y yo hemos sido misioneros en el campo, hemos estado fuera de las paredes eclesiásticas abriendo obra, enseñando, ayudando a los necesitados aquí en Chile y el extranjero. Y he aprendido algo bíblico e irrefutable: «El diablo, muchas veces somos nosotros mismos, las instituciones, el sistema corrupto, las organizaciones… incluso algunas que pretenden ser cristianas pero no lo son». Ahora bien, esto no significa que rechace a las personas que «están en continua guerra espiritual», más bien las respeto, pero no comparto sus teorías. Yo mismo he tenido encuentros con «demonios de verdad y casos de exorcismo reales», pero han sido pocos, ¿por qué? Porque las estadísticas no mienten: El 98 % de los casos de endemoniados o presencias malignas espirituales son producto de la mente, emociones, temores concebidos o sistemas corruptos de maldad. Eso quiere decir que sólo un 2% es un caso «real» de presencia demoníaca, y entonces reflexiono: ese 2% no puede contra la Sangre de Cristo… ¡¿cuantos dicen Amén?!

Características del Movimiento Guerra Espiritual.
Un estudio al respecto distingue las principales características del movimiento «Guerra Espiritual» que lejos de desaparecer sigue más vigente que nunca, características que pueden encontrarse en iglesias, ministerios, agrupaciones, congregaciones independientes e incluso denominacionales.

– Se debe distinguir entre Guerra Espiritual como estrategia misionológica y la lucha ordinaria de los creyentes con sus pasiones.

– Para los integrantes del movimiento existe una jerarquía satánica, con niveles de autoridad según los demonios y las ubicaciones geográficas donde radican.

– El movimiento sostiene que existe «territorialidad» de los demonios. Así entonces cada país, estado, provincia o región es gobernado por una hueste, unas son más poderosas que otras. Y que el evangelismo sólo será efectivo si antes se «limpia» el lugar a evangelizar por medio de reprender, atar y enviar al hombre fuerte al fondo del mar.

– La oración de guerra es indispensable para este movimiento. Sus adeptos deben star siempre orando, ya sea en la casa, en la Universidad, mientras conducen, en el trabajo. Reprender al diablo no ha de considerarse una opción, sino una obligación. De ahí que los «guerreros espirituales» siempre están reprendiendo, incluso si están conversando contigo, lo más probable es que te estén «atando mentalmente». Los más radicales no tienen tapujos en reprenderte en voz alta así estén conversando contigo en una cafetería, por ejemplo.

– La confesión positiva también es parte del movimiento. Los adeptos siempre confiesan bendiciones. Ejemplo: ¡No estoy enfermo! ¡No soy pobre! ¡Soy princesa de Dios! ¡No soy gordo! Y bueno, los 120 kilos dicen lo contrario 🙂

– Negación de situaciones: Los que entran de lleno a la Guerra Espiritual constantemente niegan situaciones difíciles por las que está atravesando, culpando de sus desgracias al diablo u otros cristianos «menos espirituales». A esto se le conoce como «escapismo».

– La regresión es parte de este movimiento, aunque es practicada a menudo por los líderes en retiros espirituales herméticos, muy místicos, donde sólo los «elegidos» pueden entrar. En estos encuentros se practica cierto tipo de «hipnosis colectiva», donde los adeptos son llevados por sus maestros a reconocer episodios tristes en sus vidas de niñez o adolescencia para practicar «la sanidad interior». Muchos de estos maestros espirituales ni son médicos, ni siquiatras o sicólogos, ¡ojo!

– Por lo general los servicios en las iglesias de tipo Guerra Espiritual son cargadas de alabanzas de guerra, profecías y gritos. Los adeptos no encajarían en otras iglesias porque las encontrarían «poco espirituales». Se ha de considerar que las iglesias guerreras pueden fácilmente cantar hasta 2 horas sin parar antes de entregar al predicador. ¿Qué ocurre con los feligreses? Sicólogos afirman que las canciones repetitivas, con un mismo tono y por largo tiempo provocan una especie de sugestión en los individuos.

– Promesas y más promesas. Las iglesias de tipo Guerra Espiritual mueve sus enseñanzas y predicaciones en base a «promesas de bendición a sus adeptos»; es decir, en los cultos siempre se habla de «la bendición de Dios que ya viene», «que esta vida ya va a pasar y viene la verdadera vida allá en los cielos», y que «todo se arreglará en Dios». No obstante, esto y más provoca serios daños en los «guerreros», ¿cuáles?

Consecuencias en los Adeptos del Movimiento Guerra Espiritual.
– Existen consecuencias sociales como la enajenación o pérdida del contacto con la realidad, como lo fue el caso de nuestra Susana. Esto es muy peligroso porque los adeptos crean su propio mundo, ¿por qué lo hacen? Al no estar conformes con su vida construyen una «vida paralela», donde luchando son felices. Esto es muuuuuy perjudicial para el individuo y su familia.

– Existen consecuencias médicas al rechazar la intervención de la medicina en caso que la necesiten. Se ha sabido casos de personas que han muerto.

– Existen consecuencia de fe, pues el adepto tergiversa sus creencias llegando incluso a la confusión total.

– Existen consecuencias morales pues el adepto evita la responsabilidad del pecado, culpando a otros. También juzga a quienes no son tan «espirituales» como él, provocando así rechazo por parte de los demás.

– Cansancio físico y mental. Al estar siempre en guerra es lógico -dicen los expertos-, que estos individuos anden cansados todo el tiempo, aunque ellos lo negarán, pero sus cuerpos dirán lo contrario: a menudo propensos a enfermedades gastrointestinales.

– Y también hay consecuencias de testimonio. Los adeptos a este movimiento por lo general llevan vidas muy diferentes a las que se espera de un verdadero cristiano, no son creíbles. Disfrazan su falta de espiritualidad con una obra teatral llena de gritos, oraciones y demonios por doquier. Las personas no cristianas se dicen para sus adentros, «¿este es un cristiano? Si así son los cristianos yo no quiero ser uno».

Conclusión.
Medir la espiritualidad de una personas es tanto complejo como arrogante, pero «los resultados no mienten». La verdadera espiritualidad se pesa en base a nuestra relación con Dios que se refleja en nuestro comportamiento diario, no sólo en el templo, sino en la cotidianidad de la vida. Una persona espiritual es aquella que ha sometido todo su ser a la guianza del Espíritu y demuestra con creces el fruto, el fruto del espíritu declarado en el libro de Gálatas 5:22-23.

Quiero animar a aquellos cristianos espirituales a amar, respetar y ayudar -hasta donde sea posible-, a aquellos cristianos que están viviendo «enajenados espiritualmente». Ya vimos las características del movimiento, características que pueden estar ocurriendo en algún familiar suyo, compañero de trabajo, hermano de la iglesia, o con sus propios líderes. Ojo, muy atento a las manifestaciones de enajenación espiritual, al primer síntoma esté alerta.

Etiquetaré a algunos amigos NO porque crea que están enajenados (jeje), sino porque tuvieron la gentileza de comentar o poner «me gusta» en un post anterior a esta nota donde en pocas líneas escribí respecto a esto. También etiquetaré a algunos amigos sicólogos, médicos y siquiatras porque su opinión es muy valiosa en estos casos. Y también etiquetaré a algunos pastores que aprecio mucho porque creo que esta nota pueda ser el inicio de una investigación más detallada de su parte. Recomiendo la lectura de la tesis de la autora Aves, aunque pueda sonar controversial para muchos, su aporte teológico es necesario para equilibrar el punto de vista respecto a la enajenación espiritual.

Un Último Consejo… LA CLAVE ES EL EQUILIBRIO. No todo es espiritual (ángeles, demonios, visiones, exhorcismos), y no todo es ciencia (mente, conocimiento, raciocinio).

¿Capiche?

Un aporte de Gabriel Gil Arancibia, Presidente Ejecutivo de MENTHOR, consultora en desarrollo humano. Por favor, «no me reprenda, no me ate, no me envíe al fondo del mar», mejor reflexiones en esta nota y compártala. Bendiciones para usted.

Bibliografía Sugerida.
A fin de provocar una investigación propia respecto al tema, me permito sugerirle los libros que utilicé para elaborar la cátedra que di en el seminario años atrás. Quizá usted quiera leer más al respecto en los libros a continuación nombrados:

1. Aves, Alejandra. «Tesis de grado: Reflexión Bíblica y Teológica de la Figura del diablo dentro de un Aporte y Perspectiva Pastoral con un Énfasis en el Nuevo Testamento». Quito, Semisud, 1998.

2. Berkhof, Luis. «Teología Sistemática (área de demonología)».

3. Haag, Herbert. «El diablo, un Fantasma».

4. Horton, Stanley. «Teología Sistemática, una Perspectiva Pentecostal».

5. León, Jorge. «Sicología de la experiencia religiosa».

6. Murphy, Ed. «Manual de Guerra Espiritual».

7. Varios autores. «Poder, Misión y Debate sobre Guerra Espiritual en América Latina».

8. Prince, Derek. «Bendición o Maldición».

9. Torres, Hector. «Desenmascaremos las tinieblas».

10. Bonilla, Yattenciy. «Análisis bíblico-exegético de la Guerra Espiritual» (ensayo).

11. Campos, Bernardo. Análisis de la Teoría de la Guerra Espiritual.

12. Apéstegui, Tito. Entrevista.

13. Ramírez Sanz, David. Entrevista.

14. Larochelle, Jean David. Entrevista.